Los niveles de censura en Sudán aumentan progresivamente tras la confiscación de un total de 19 periódicos en los tres últimos días. Esta actitud por parte de las autoridades constituye, no sólo una grave violación al ploralismo mediático del país, sino también una importante pérdida financiera para estas publicaciones que ya luchan con dificultades por su supervivencia económica.
El 16 de febrero, los miembros del Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad confiscaron en varias redadas un total de 13 números de prensa, entre ellos la mayoría de los diarios de la capital y dos revistas. Las publicaciones afectadas son los periódicos Al-Tayar, Al-Rai al-Aam, Al-Intibaha, Akhir Lahza, Al-Ahram al-Youm, Awal al-Nahar, Al-Watan, Al-Sudani, Alwan, Al-Saiha y Al-Mijhar al-Siyasi, y las revistas Al-Dar y Hikayat. Al día siguiente, el 18 de febrero, se confiscaron cinco números más, los de las ediciones de Al Sudani, Al Intibaha, Al Sahafa, Al Mighur y Al Taghier.
“Esta medida masiva e indiscriminada constituye un acto inaceptable de censura”, afirma Cléa Kahn-Sriber, responsable de la oficina de África de Reporteros Sin Fronteras. “Los responsables de los periódicos contactados en la capital del país todavía no tienen conocimiento exacto de los motivos de esta medida y cuál ha sido el detonante que ha disgustado al Gobierno. Pero, dada la proximidad de las elecciones generales previstas para el mes de abril, se teme que sea una iniciativa frecuente en los meses y semanas que vienen. El gobierno de Sudán parece querer reprimir cualquier publicación que pueda suponer un debate”, añade Kahn-Sriber.
Esta no es la primera vez que el Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad hace una redada en medios de comunicación. En 2014 se confiscaron un total de 35 periódicos, según cifras de Reporteros Sin Fronteras. Los agentes del Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad actúan de la misma manera siempre: esperan a que los periódicos estén impresos para confiscar todas las copias e impedir que se vendan sin dar ninguna explicación a los propietarios ni aportar ninguna orden judicial.
Pero el acoso a la prensa no se queda por ahí. Algunos profesionales como la periodista Madeeha Abdallah son llevados ante la justicia. El Servicio Nacional de Inteligencia y Seguridad denunció a Abdallah de complicidad, alterar el orden constitucional y ordenar y publicar información falsa. Su caso ha sido especialmente llamativo, pero se producen decenas de casos de periodistas acosados, detenidos e interrogados durante horas o días antes de ser puestos en libertad sin ninguna explicación. Todo ello al amparo legal de la Ley Nacional de Seguridad de 2010 que otorga este poder al Servicio Nacional de Seguridad e Inteligencia con total impunidad.
