IRÁN | Los periodistas, dobles víctimas de las mentiras oficiales en el caso del avión ucraniano siniestrado

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Reporteros Sin Fronteras (RSF) lamenta el acoso contra docenas de periodistas iraníes, que han sido interrogados, amenazados, registrados y obligados a cerrar sus cuentas en redes sociales por atreverse a protestar tras verse desacreditados como fuentes de información, ya que difundieron como verdad lo que resultó ser una mentira oficial.

 

Durante tres días y sin saber que se trataba de una falsedad, los periodistas iraníes informaron de que la República Islámica había negado tener la menor responsabilidad en el accidente del avión de pasajeros ucraniano que se estrelló en Teherán el 8 de enero y en el que murieron las 176 personas que iban a bordo. Cuando las autoridades admitieron finalmente que había sido derribado por un misil iraní, 80 periodistas se atrevieron a emitir una declaración conjunta lamentando haber contribuido a difundir una mentira del Estado.

 

«Nosotros también estamos cansados y consternados por las mentiras de los medios estatales», afirmaba su declaración. «Todos los periódicos, en coordinación con la radio y la televisión estatales, y en ausencia de una investigación independiente, repitieron esta gran mentira, y luego se indignaron y escandalizaron cuando la verdad salió a la luz».

 

Amenazas de detención contra más de 20 periodistas

 

Cuando la Guardia Revolucionaria admitió su responsabilidad, los iraníes se indignaron y organizaron protestas tanto en Teherán como en todo el país y corearon consignas que denunciaban a los «mentirosos deshonrados». Tras usar la fuerza para dispersar estas protestas, las autoridades aumentaron su presión sobre los medios y prohibieron la publicación de todo lo que se desviase de la línea del gobierno.

 

Según la información recopilada por RSF, al menos 21 periodistas de todo el país han sido convocados e interrogados desde el 8 de enero por funcionarios de inteligencia que trabajan para la Guardia Revolucionaria o el Ministerio de Inteligencia.

 

Hasta ahora ninguno ha sido detenido, pero todos saben que podrían ser arrestados en cualquier momento. Algunos han sido advertidos por los medios de comunicación para los que trabajan sobre la necesidad de «prestar atención a lo que dicen en las redes sociales». Otros han tenido que cerrar sus cuentas de Instagram, Twitter o Facebook, o dejar de publicar en las redes.

 

Bajo presión, los periódicos ahora solo publican información que «confirma» la posición general adoptada por el régimen y, en particular, por el Líder Supremo, AlÍ Jamenei. No se han publicado entrevistas con familiares de víctimas del accidente.

 

Funcionarios de inteligencia de la Guardia Revolucionaria registraron las casas y oficinas de muchos periodistas y se incautaron de ordenadores, teléfonos móviles, libros, documentos y manuscritos. Todos estos periodistas esperan que les convoquen en breve para ser interrogados. Entre ellos se cuentan Mazyar Khosravi, (Shargh)Yasamn Khalegheian (freelance), Hajizadeh Moloud (T’adol) y Yaghma Fashkhami (Dideban e Iran). Tanto Moloud como Fashkhami ya fueron detenidos y encarcelados en los últimos dos años .

 

Censura total

 

Se han reactivado los métodos tradicionales de censura. Los medios de comunicación han recibido una lista de temas prohibidos y ultimátums procedentes de varias entidades estatales, como el Consejo Superior de Seguridad Nacional, la Fiscalía, el Ministerio de Cultura y Orientación Islámica, el Ministerio de Inteligencia y la agencia de inteligencia de la Guardia Revolucionaria. Además de las convocatorias, se ha hecho todo lo posible para amenazar a los periodistas y obligar a los directores a controlar a sus propios periodistas.

 

“Recibí una citación para ir al Ministerio de Inteligencia. Me la dio mi editor, que ya me había advertido que tuviera cuidado con mis tweets. Le dije que no iría porque ser convocado así era ilegal. Esa noche alguien me llamó y, sin siquiera decir hola, comenzó a insultarme. Al día siguiente, en el Ministerio de Inteligencia, fue aún peor. Me acusaron de todo y de cualquier cosa y me obligaron a firmar un compromiso para cerrar todas mis cuentas de redes sociales. Ahora estoy esperando a comparecer ante un tribunal», explica un periodista de Teherán que habla bajo condición de anonimato por razones de seguridad.

 

“Fui convocado e interrogado por funcionarios de inteligencia de la Guardia Revolucionaria, principalmente sobre mis publicaciones de Instagram en las que dije que lamentaba haber transmitido la mentira oficial”, atestigua otro periodista del sur de Irán, y añade que le dijeron: “Si quieres seguir vivo y no pasar los próximos diez años de tu vida en prisión, ¡cierra la boca y tus cuentas de redes sociales! Eso es todo. ¡No colabores con el enemigo!»

 

Mientras tanto, la Guardia Revolucionaria continúa su cacería humana en las redes sociales, donde aparecieron las primeras revelaciones sobre el «error humano» del régimen. Las publicaron periodistas iraníes en el extranjero y fueron recogidas por periodistas ciudadanos que están en el corazón de la batalla por las noticias y la información libre en Irán. Al menos 20 internautas han sido convocados y arrestados en varias ciudades iraníes en los últimos dos meses.

 

Hace un año, el 7 de febrero de 2019, cuando la República Islámica estaba celebrando el 40 aniversario de su revolución, RSF revelaba en rueda de prensa la magnitud de las mentiras de Estado orquestadas tras 40 años por el régimen iraní sobre las persecuciones judiciales.

 

«Un año después de estas revelaciones, los periodistas iraníes vuelven a ser dobles víctimas de una mentira estatal», señala Reza Moini, jefe del departamento de Irán en RSF. «En Irán, un país que el Líder Supremo Alí Jamenei describe como ‘libre’, el mundo entero está descubriendo cómo la represión de la libertad de prensa ha ayudado a institucionalizar las mentiras y las graves y repetidas violaciones de los derechos humanos «.

 

Irán figura entre los ocho mayores carceleros de periodistas del mundo, con 23 detenidos actualmente, y ocupa el puesto 170, de 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019 de Reporteros Sin Fronteras. Ver también el Informe Anual/ Balance de la organización.