INFORME RSF #RespectPressCAT | 08/12 | Señalar desde arriba para linchar desde abajo

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| 08/12 | Señalar desde arriba para linchar desde abajo
13.10.2017 18:53

La veteranía parece ayudar a los profesionales de los medios no alineados con el independentismo a relativizar y sobrellevar con deportividad los embates de los “trolls”.  “Esto del hooliganismo identitario… porque me pilla ya mayor, si me pilla de joven, yo me muero”, bromea Guillem Martínez, experimentado periodista, guionista, escritor y actualmente redactor del diario digital CTXT. Martínez es un experto en narrar la actualidad del “procés” con un estilo sarcástico de toques surrealistas, que se ha granjeado a legiones de fans y, lógicamente, de detractores.

“A los emisores de todo ese ruido no les calificaría como movimiento independentista, que es amplio y variado. Parecen ser un público concreto, más relacionado con el seguimiento y la defensa del actual Govern en Catalunya. A todo eso yo lo llamo ‘procesismo’. Se relacionan con el Govern en los tempos y en los temas que desarrollan en sus increpaciones”, asegura.

Cuando, a principios del mes de junio, la Generalitat convocó a la prensa al importante anuncio de referéndum unilateral para el 1 de octubre, Guillem Martínez no recibió invitación, ni acreditación ninguna. Su medio se interesó ante el Departamento de Comunicación del Govern y éste respondió a CTXT que se trataba de un acto informativo y, por tanto, “los periodistas opinadores no estaban convocados”. Ante las protestas de los compañeros de prensa -“quienes primero me apoyaron fueron los corresponsales extranjeros”, señala-, el Govern acabó acreditándolo, pero lo comunicó a CTXT a horas tardías, no a él personalmente, por lo que no se enteró a tiempo para asistir. “Alegar que no soy periodista, sino opinador -al no opinar lo mismo que la Generalitat, imagino- es bastante exótico y se tradujo en infinitud de mensajes con insultos y, otra vez, con cosmovisiones de la extrema derecha europea. En esta ocasión, sí llegaron amenazas personales”, explica.

“Todo lo que está sucediendo en Cataluña, me recuerda al aznarismo y lo que viví durante la última gran ola nacionalista de propaganda española. Personas y profesionales que entendían que España estaba en una cruzada contra el mal y que los medios eran parte de esa cruzada. Te identificaban con el mal, al percibir que no escribías mensajes fortalecedores para el Gobierno. Entonces, al no haber redes, las presiones se producían por teléfono, carta o mail. Recibí una amenaza de muerte, como ahora en Cataluña. Escribir en estos marcos no resulta muy alentador”, añade.

Cuanto mayor calado tiene el acontecimiento que sacude a la sociedad catalana, mayores parecen ser los enfrentamientos que surgen por la forma en que los periodistas lo reflejan. Tras los atentados de Barcelona y Cambrils del 17 de agosto, El Periódico de Catalunya reveló que la CIA había advertido, meses atrás, a los Mossos d’Esquadra (policía catalana) de la posibilidad de que Daesh atentase en Las Ramblas. Desde el primer momento, legiones de tuiteros y políticos independentistas emprendieron una enorme campaña de acoso contra el director del medio, Enric Hernàndez, que RSF denunció recientemente. La puntilla a este impactante clima de amedrentamiento fue la rueda de prensa que concedieron el Conseller d’Interior del Govern catalán, Joaquim Forn, y el Major de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, en la que, pese a reconocer la veracidad del aviso y discrepar de la fuente que lo lanzó, se dirigieron directamente al director del medio y al periodista presente en la sala, Luis Mauri, en tono intimidatorio. RSF considera impropio que un funcionario público, al que se presupone absoluta neutralidad con la prensa, interpele públicamente a periodistas, máxime tratándose de un alto mando policial.

Desde entonces, el director de El Periódico no ha dejado de recibir amenazas (algunas de muerte), campañas en Change.org con su nombre “castellanizado” para declararle persona non grata, solicitudes a Twitter para que cancelen su cuenta, o peticiones de particulares, opinadores y hasta un grupo político municipal, como Esquerra Repúblicana de Catalunya, para dar de baja las suscripciones al Periódico. Enric Hernàndez se defendió de toda esta persecución, en un artículo del diario, que expone los hechos revelados por la polémica exclusiva, “pese a las campañas de descrédito, los intentos de boicot, e incluso las amenazas”.

“No pensamos que los periodistas sean figuras sagradas a las que no se puede interpelar en las redes, en nombre de altos fines corporativistas. Sabemos, también, que el ‘ciberhooliganismo raso’ contra la prensa existe en todos los países de nuestro entorno, por parte de seguidores de todos los partidos e ideologías. Sin embargo, Reporteros Sin Fronteras presta especial atención y advierte de sus consecuencias, cuando se ejerce desde ámbitos de poder. Cuando un político, especialmente si ocupa puestos de poder o próximos a él, señala directamente a un periodista, voluntaria o involuntariamente está lanzando contra él a legiones de detractores y está creando en el periodista la inevitable sensación de que quizá le compense más callarse. El impacto del ‘ciberacoso’ en términos de miedo a perjuicios en la vida profesional es mucho mayor, si se ejerce desde estructuras del poder. Esto no es deseable en ninguna sociedad democrática”, afirma Pauline Adès-Mevel, responsable del Área de Unión Europea y Balcanes de RSF.

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