ESTADOS UNIDOS | Réquiem por las comparecencias diarias con la prensa: la Casa Blanca está cerrando la puerta a la ciudadanía
Un año después de la última conferencia de prensa oficial de la Casa Blanca, Reporteros Sin Fronteras (RSF) publica un análisis de los intentos de la Administración Trump por restringir estratégicamente el acceso de los periodistas a la sede presidencial. Ya antes de parar por completo las ruedas de prensa televisadas que se realizaban a diario, el presidente Trump había convocado menos de la mitad de las que las dos administraciones anteriores durante sus primeros tres años en el cargo.
El 11 de marzo marca un año entero desde que la Administración Trump celebró una conferencia de prensa televisada en la Casa Blanca dirigida por un secretario de prensa, lo que indica una ruptura drástica de la vieja tradición de la Casa Blanca con la prensa de Washington. El presidente Trump ha celebrado menos de la mitad de estas ruedas de prensa tradicionales – diarias, televisadas y convocadas por un secretario de prensa- durante su mandato, en comparación con las dos administraciones presidenciales anteriores. Incluso antes de que esta administración parara las conferencias de prensa tradicionales, ya estaba en constante declive la frecuencia de las comparecencias ante periodistas de la Casa Blanca, una institución construida durante más de un siglo.
A partir de 2017, la Casa Blanca de Trump reemplazó cada vez más las sesiones informativas de prensa tradicionales por otros formatos de comparecencia, como las «conversaciones entre helicópteros» que se realizan mientras el presidente camina entre los vehículos presidenciales y la Casa Blanca, sesiones informativas dirigidas por un funcionario de la administración y comparecencias informales (“gaggles”), que se realizan sin cámaras y en las cuales un secretario de prensa o un oficial de la administración tiene una oportunidad más distendida de informar a los periodistas. Todos estos formatos han sido utilizados por la administración Trump en un intento de controlar la narrativa política y evadir la responsabilidad.
«En el primer aniversario de la última conferencia de prensa oficial televisada de la Casa Blanca, RSF pide a la Administración Trump y a todas las futuras administraciones presidenciales que restablezcan esta larga tradición democrática estadounidense», reclama Dokhi Fassihian, directora ejecutiva de RSF en Estados Unidos. «El uso del presidente Trump de las ‘conversaciones entre helicópteros’ y otros formatos de comparecencia ante la prensa crean una ilusión de transparencia, pero esto es humo. La realidad es que se ha extinguido la línea de visión directa hacia el gobierno que antes estaba garantizada”.
Constante declive con Trump
Antes de celebrar la última conferencia de prensa con un secretario de prensa, el 11 de marzo de 2019, la frecuencia de ruedas de prensa de la Administración Trump ya estaba en constante declive. En sus tres primeros años, la Casa Blanca de Trump, hizo un total de 158 comparecencias de prensa -durante las cuales un secretario de prensa respondió preguntas-, en comparación con las 399 de la presidencia de Barack Obama y las 351 con George W. Bush, durante sus primeros tres años. Las declaraciones ante la prensa de la Administración Trump efectuadas por un secretario de prensa se redujeron de 93 en 2017 a 63 en 2018 y solo dos en 2019.
Martha Kumar, directora del Proyecto de Transición de la Casa Blanca y académica de la presidencia de Estados Unidos, ha explicado a RSF las implicaciones de esta escalofriante tendencia. «Una rueda de prensa desempeña un papel muy importante porque hace que una administración rinda cuentas al explicar lo que hicieron y por qué lo hicieron», detalla Kumar. “Informa al público, por lo que no solo los periodistas pierden cuando no hay información, sino que el público también pierde. Sabemos lo que piensa el presidente, pero usted necesita saber qué sucede en una administración».
Si bien los corresponsales generalmente tienen amplias redes de fuentes en la Casa Blanca, la conferencia de prensa es una oportunidad para que el secretario de prensa u otro funcionario de la administración se dirija a la prensa y responda a las preguntas de los reporteros, generalmente en cámara y en la Sala de prensa James S. Brady. La rueda de prensa tradicional televisada, antes garantizada y dirigida por un secretario de prensa, daba a los periodistas acceso diario a un portavoz del presidente que podía responder a preguntas sobre el espectro completo de problemas, lo que representa el nivel de transparencia y responsabilidad que los reporteros y el público estadounidense esperan. Estas sesiones informativas aseguraban la responsabilidad. Richard Wolffe, corresponsal de la Casa Blanca para MSNBC bajo el presidente George W. Bush y autor de varios libros sobre Barack Obama ha explicado a RSF que «el video es más difícil de discutir que una grabación de audio». Su importancia era innegable, especialmente en una administración que acuñó el término «hechos alternativos» y que regularmente acusa a los principales medios de comunicación de ser «noticias falsas» (fake news).
Sin embargo, la Casa Blanca de Trump prefiere cada vez más reemplazar las sesiones informativas de prensa tradicionales por formatos como las «conversaciones entre helicópteros», que permiten a la administración controlar mejor su narrativa política y evadir la responsabilidad. «Las conversaciones entre helicópteros» se realizan cuando el presidente Trump responde preguntas frente a las aeronaves presidenciales, en el césped de la Casa Blanca, mientras las aspas del helicóptero o el motor del avión zumban, duran unos pocos minutos y se celebran a voluntad del presidente. De manera similar, las conferencias de prensa presidenciales le dan visibilidad al presidente y la oportunidad de hacer comentarios, y al mismo tiempo permiten a los periodistas hacer preguntas, aunque en un entorno más controlado. La comparecencia informal (press gaggle) es una oportunidad fuera de cámaras para el secretario de prensa, un funcionario de la administración o del presidente para responder a las preguntas de los periodistas que ha sido históricamente un complemento de las sesiones informativas diarias televisadas, pero no un reemplazo.
El asesinato del colaborador de The Washington Post Jamal Khashoggi, las audiencias de confirmación para el juez del Tribunal Supremo Brett Kavanaugh y las elecciones de mitadde mandato de los Estados Unidos tuvieron lugar sin una rueda de prensa tradicional a fines de 2018. Esta ausencia, cada vez más frecuente, de un secretario de prensa en el podio de la sala de prensa ha provocado la ira de los reporteros y analistas de medios, que comenzaron a llevar las cuentas de los días transcurridos desde la última rueda de prensa de la Casa Blanca. Solo hubo dos sesiones informativas televisadas con una secretaria de prensa en todo 2019, y Stephanie Grisham, que comenzó su mandato como secretaria de prensa en julio, no ha realizado ni una sola sesión informativa televisada.
Historia de las comparecencias ante la prensa
Desde, al menos, el siglo XIX, los funcionarios de la Casa Blanca han informado habitualmente a la prensa y los primeros registros de tales informes se remontan a la administración de Grover Cleveland. Todo comenzó en 1896, cuando William Price, un reportero del Washington Evening Star, se apostó fuera de la Casa Blanca tratando de encontrar historias y de entrevistar a los invitados sobre el terreno. La táctica se hizo popular entre los periodistas de Washington y al final se convirtió en la primera versión del cuerpo de prensa de la Casa Blanca. Finalmente, bajo el gobierno de Theodore Roosevelt, al cuerpo de prensa se le otorgó un espacio permanente en el Ala Oeste (West Wing) para realizar su trabajo.
Woodrow Wilson, aunque conocido por su aversión a la prensa en ciertas circunstancias, fue el presidente que estableció las ruedas de prensa regulares dirigidas por el secretario de prensa. Aunque dejó de celebrar conferencias de prensa después de que Estados Unidos entrase en la Primera Guerra Mundial, su secretario personal, Joseph Tumulty, comenzó a celebrar sesiones informativas diarias y formalizó la conferencia de prensa de la Casa Blanca tal como los estadounidenses la conocen hoy.
El primer secretario de prensa oficial designado para hablar en nombre del presidente fue George Akerson, quien asumió el cargo en 1929 durante la presidencia de Warren Harding. Esto, junto con la fundación de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, en 1914, consolidó la conferencia de prensa como institución. Ha habido 32 secretarios de prensa desde 1929, y cada uno ha tenido su propia relación única con el cuerpo de prensa.
En 1995, el secretario de prensa del presidente Bill Clinton, Mike McCurray, comenzó a televisar la rueda de prensa diaria. Las administraciones de Obama, Bush Jr. y Clinton compartieron una relación fundamental común con la prensa, celebrando ruedas de prensa televisadas diariamente, así como «gaggles» matinales, que eran sesiones informales fuera de cámara. «Había un ritmo muy bien establecido», recuerda Wolffe. Aunque la Casa Blanca de Trump tuvo una rutina similar, hubo menos frecuencia desde el principio.
Controlando la narrativa
Aunque los presidentes han confiado tradicionalmente al secretario de prensa para que hable en su nombre, esto no ha sido una ventaja para un presidente que suele carecer de un mensaje claro o consistente y que contradice a sus secretarios de prensa u otros funcionarios de la administración. En la Casa Blanca del presidente Trump, el control es clave. Kumar describe a este presidente como el «comunicador principal» de la Casa Blanca, señalando el uso de las redes sociales como su primer canal para comunicarse directamente con el público estadounidense.
El uso del Twitter por parte del presidente Trump para hacer importantes anuncios de política o para atacar a sus oponentes políticos es el ejemplo más claro de la forma en que ha usurpado los mensajes de la Casa Blanca. A menudo aprovecha las oportunidades para hablar con los periodistas, como en las conferencias de prensa presidenciales y las reuniones oficiales en el Despacho Oval, para asegurarse de que es el principal portavoz de su gobierno. Por ejemplo, cuando el presidente fue sometido a un proceso de destitución, el 18 de diciembre de 2019, no había habido una sesión informativa ante las cámaras con un secretario de prensa en más de nueve meses, pero Trump respondió preguntas durante unos 20 minutos en el Despacho Oval al día siguiente, calificando su juicio político como un «engaño» y una «farsa».
La creciente disminución de las sesiones informativas de prensa de la Casa Blanca, que comenzó a mediados de 2018, coincidió con el aumento de las «conversaciones de helicóptero» del presidente Trump, que se ha convertido en su otro modo favorito de comunicación directa. A diferencia de las administraciones anteriores, la Casa Blanca de Trump archiva las transcripciones de las conversaciones sobre la marcha del presidente con el cuerpo de prensa junto con las de conferencias de prensa, las reuniones informativas y los encuentros informales, dando la impresión de que estos son comparecencias de prensa reales. Sin embargo, las «conversaciones entre helicópteros» no deben considerarse sustitutos legítimos del modelo tradicional. Las conversaciones tienen lugar cuando el presidente sale o regresa a la Casa Blanca, un contexto que limita el tiempo y el espacio, y que le da la capacidad de rechazar las preguntas a su antojo.
Eludiendo responsabilidades
Incluso antes de que cesaran por completo las ruedas de prensa tradicionales, la administración Trump ya había comenzado a reemplazarlas por sesiones informales e informativas dirigidas por otros funcionarios de la administración, en un esfuerzo por controlar la noticia del día.
Cuando el 17 de mayo de 2017 Associated Press publicó los memorandos filtrados escritos por el ex director del FBI, James Comey, la Casa Blanca no convocó ninguna rueda de prensa ante la cámara con el entonces secretario de prensa, Sean Spicer, y optó por que hiciera una comparecencia informal. Si bien este tipo de encuentros son oportunidades valiosas para que los periodistas hagan preguntas, carecen del nivel de transparencia que ofrecen las ruedas de prensa con cámaras. El “gaggle” se realiza sin cámaras, el vídeo y el audio están prohibidos, y ocasionalmente se mantiene en segundo plano, lo que significa que los funcionarios de la administración que responden las preguntas no están identificados. Los memorandos presentaron la prueba más sólida hasta la fecha de que el presidente había tratado de influir en la investigación del Departamento de Justicia sobre los vínculos entre sus asociados y Rusia. Por lo tanto, no sorprende que la Casa Blanca opte por no hacer una conferencia de prensa con cámaras y dirigida por la secretaria de prensa, que no celebraría otra hasta el 2 de junio.
El 23% de las sesiones de prensa del presidente Trump han sido realizadas por alguien que no era su secretario de prensa, en comparación con el 14% de Obama y el 4% de Bush. Hoy, estas son las únicas sesiones informativas para prensa que tiene la Casa Blanca, y no están garantizadas todos los días. Esto ha eliminado la ocasión cotidiana del cuerpo de prensa de la Casa Blanca para relacionarse con el secretario de prensa, cuya única responsabilidad era hablar con los reporteros sobre la gama completa de asuntos nacionales y extranjeros en nombre del presidente. Sin embargo, las reuniones informativas de los funcionarios de la administración limitan los tipos de preguntas que los periodistas pueden formular razonablemente, reduciendo el alcance de la sesión a la ventaja de la Casa Blanca durante una semana de noticias difíciles. Un día después de que el huracán María aterrizara en Puerto Rico en 2017 y devastara el territorio de los EEUU., La Casa Blanca celebró dos reuniones informativas, una con el secretario del Tesoro y otra con el embajador de los EEUU ante las Naciones Unidas, durante las cuales no se habló del huracán. Stewart Powell, ex presidente de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca entre 1998 y 1999, ha aclarado a RSF que se trata de una estrategia. “[Los funcionarios de la administración] quieren cambiar de tema. Quieren que esa sea la noticia del día».
Además de reemplazar a la rueda de prensa tradicional, el presidente ha utilizado tácticas más explícitas para influir en la cobertura de la prensa. El gobierno de Trump ha tomado represalias contra medios de comunicación y periodistas específicos por su cobertura crítica y los ha excluido de la Casa Blanca en múltiples ocasiones. En febrero de 2017, solo un mes después de su toma de posesión, el presidente Trump bloqueó a medios como The New York Times y CNN de una reunión informal. Al año siguiente, en noviembre de 2018, la Casa Blanca revocó temporal y arbitrariamente el pase de prensa del corresponsal de CNN, Jim Acosta, y revocó las credenciales del corresponsal de Playboy, Brian Karem, en agosto de 2019. «Debería ser una advertencia para otros que este presidente no quiere la cobertura de personas que no le hacen cumplidos», dice Karem a RSF al referirse a la retirada de su pase de prensa.
Conclusión
Durante su mandato, el presidente Trump ha restringido estratégicamente el acceso de la prensa a la Casa Blanca, poniendo fin a la larga tradición de comparecencias diarias televisadas y dirigidas por un secretario de prensa designado. Esta institución crítica ha sido reemplazada por otras formas de encuentro con la prensa que dan la ilusión de acceso y transparencia, pero que limitan el tiempo y el alcance para que los periodistas hagan preguntas al gobierno. En particular, el uso que hace el presidente de las «conversaciones entre helicópteros» y otros eventos similares ante las cámaras presentan a un presidente disponible para los periodistas incluso cuando está en movimiento, pero estos compromisos son breves y efectistas, en lugar de sustanciosos. Del mismo modo, las comparecencias de prensa realizadas por funcionarios de la administración dan la impresión de que la Casa Blanca se ha comprometido a comunicarse abiertamente con los periodistas cuando, de hecho, limita el alcance de los asuntos sobre los que los funcionarios pueden hablar y las preguntas que los reporteros pueden ver respondidas.
Estados Unidos ocupa el puesto 48, de 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019 de RSF. Ver también el Informe anual de la organización.