ESTADOS UNIDOS | Mumia Abu-Jamal: “Soy un periodista fuera de la ley”

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| Mumia Abu-Jamal: “Soy un periodista fuera de la ley”
03.09.2010 17:25

 

El 29 de agosto de 2010, la representante de Reporteros sin Fronteras en Washington DC, Clothilde Le Coz, visitó a Mumia Abu-Jamal, preso en el corredor de la muerte desde hace casi treinta años. Iba acompañada de su abogado, Robert R. Bryan, así como de su asistenta jurídica, Nicole Bryan. La entrevista tuvo lugar en el locutorio número 17 de la cárcel de Pensilvania, en Waynesburg, Condado de Greene.

Reporteros sin Fronteras: ¿Cómo periodista encarcelado, de qué tratan sus últimas observaciones e investigaciones?

Mumia Abu-Jamal: La población carcelaria estadounidense es la más importante en el mundo. Este año, por primera vez en treinta y ocho años, se ha reducido. Algunas cárceles, como en California o Michigan, aceptan menos presos dado que están superpobladas. Los presupuestos de los Estados son limitados y se libera a algunos presos por la situación económica. En Estados Unidos, las cárceles son grandes y el número de presos es inmenso. Es impresionante ver cuánto dinero se gasta el gobierno estadounidense y hasta qué punto somos invisibles. Nadie lo sabe. La mayoría de la gente no se interesa por el tema. Cuando ocurre cualquier drama en prisión, algunos periodistas lo dicen y creen que saben de qué están hablando. Pero no es fiel a la realidad: es sensacionalismo. Se pueden encontrar buenos artículos pero no reflejan lo que ocurre realmente. Lo que escribo es lo que he visto con mis ojos y lo que me han dicho. Es verídico.

Mis artículos hablan de la realidad. Fundamentalmente, tratan todos del corredor de la muerte y de la cárcel. Me gustaría que no fuera así. Hace año y medio que tiene lugar una serie de suicidios entre los condenados a muerte. Di información en exclusividad sobre un suicidio porque ocurrió en mi bloque. Pero sigue siendo invisible.

Necesito escribir. Hay millones de historias que contar y personajes excepcionales aquí. Entre las que decido contar, elijo las más importantes, conmovedoras, frágiles… Decido escribirlas, se tiene que tener cierta responsabilidad cuando uno cuenta este tipo de historias. Espero que puedan cambiar el curso de las cosas para la gente de la que hablo.

¿Cree que el hecho de ser periodista ha influido en el curso de su caso?

Ser “La Voz de los sin voz” ha influido de forma considerable. De hecho, esta expresión está sacada de un artículo del Philadelphia Inquirer publicado después de mi arresto en 1981. Cuando era adolescente, era un periodista radical que trabajaba para la edición nacional del periódico de los Black Panthers. El FBI vigilaba mis publicaciones desde que tenía 14 años. Ser periodista fue mi primer trabajo.

Soy mucho más famoso que otros detenidos en Estados Unidos por lo que escribo. Si la situación fuera distinta, el tribunal federal de apelaciones quizás no habría creado una ley especial que influye directamente sobre mi condena. La mayoría de los hombres y de las mujeres que se encuentran en el corredor de la muerte no son famosos. El hecho de que siga escribiendo debe de ser algo que los jueces recordaron y por lo que cambiaron la ley para que no se me pudiera juzgar de nuevo. Creo que pensaban: “Eres un bocazas, no tendrás otro juicio.” Se espera algo más de un tribunal federal. Y ahora, por culpa de mi caso, otros doce se pueden ver perjudicados.

¿Qué piensa de la cobertura mediática de su caso?

Un día, leí que ya no estaba en el corredor de la muerte. Cuando lo leí, estaba sentado aquí. No he salido nunca de este corredor, ni un segundo.

Como soy del mismo ámbito, muchos periodistas no querían cubrir mi caso por miedo a que los criticaran. Tenían que enfrentarse a las críticas según las que habían sido parciales y a veces sus redactores jefes les prohibía cubrirlo. Desde el principio del caso, a los más susceptibles de cubrirlo, se les prohibía hacerlo. La mayoría de los periodistas con los que trabajé ya no ejercen. Se han jubilado y nadie ha tomado el relevo.

Pero la prensa tendría que tener cierta influencia en este asunto. Millones de personas vieron lo que ocurrió en la prisión de Abu Ghraib. Su director, que sonríe en las fotos que se publicaron, trabajaba aquí antes de trasladarse allí. En el corredor de la muerte, unos individuos sin ningún título pueden decidir de la vida o de la muerte de un detenido. Por no sé qué motivo, tienen el poder de decidir a su antojo de si alguien come o deja de hacerlo. Y nadie cuestiona este poder. Hay reglas informales. Esos individuos pueden convertir la vida de alguien en un infierno con un simple gesto. Cuando elijo las historias que voy a contar, no me falta inspiración nunca. Para un escritor, éste es un ámbito rico. No importa lo que dicen mis detractores, soy periodista. Este país sería mucho peor sin periodistas. Pero para muchos de ellos, soy un periodista fuera de la ley. Antes de la cárcel, cuando trabajaba para varias emisoras de radio, conocí a gente que venía de todas partes y a pesar de los conflictos con algunos redactores jefes, ejercía la profesión más bonita.

El apoyo que se le da en Europa es diferente del que tiene en Estados Unidos. ¿Cómo lo explica y cree que la movilización internacional le pueda seguir ayudando?

Sí, sigue siendo útil. En lo que atañe a la pena de muerte, la movilización europea puede tener un impacto en Estados Unidos.

Los países extranjeros, Europa en particular, están marcados por una historia peculiar en cuanto a la represión. Saben en lo más profundo de ellos lo que es la prisión. Saben lo que son la prisión, el corredor de la muerte y los campos de concentración. En Estados Unidos, poca gente ha vivido esta experiencia. Explica cómo las diferentes culturas aprehenden el mundo. En Europa, la idea de la pena de muerte es un anatema.

El 11 de septiembre de 2001 cambió muchas cosas en Estados Unidos. Los opositores al poder o los que discutían su legitimidad ya no tenían relevo. También cambió la prensa. Lo que era aceptable llegó a ser inadmisible. Creo que el 11 de septiembre modificó las formas de pensar en la opinión, y también los límites de tolerancia de los medios de comunicación. Por ejemplo, cuando tuvieron lugar los acontecimientos del 11 de septiembre en Manhattan y en Washington DC, la cárcel cerró durante el día entero aquí, en Pensilvania. Y estábamos totalmente aislados.

Para obtener apoyo, sería útil tener una foto de usted, actualmente, en este corredor de la muerte. ¿Qué le parece?

Tener una imagen pública sólo ayuda en parte. La esencia de una imagen es la propaganda. Así que las fotos no son tan importantes. Lo que cuenta es la personalidad. Y hago todo lo que puedo. En 1986, las autoridades penitenciarias confiscaron las grabadoras de los periodistas y sólo podían llevar un papel y un bolígrafo en la mano. Ahora que un artículo es el único vector para darle algún sentido a la situación, su autor lo puede convertir en un monstruo o en un modelo.

Si la Corte Suprema aceptase que se le volviera a juzgar, sólo se revisaría su pena y no su condena. ¿Cómo se imagina el hecho de seguir en prisión a perpetuidad si no se le ejecuta?

En Pensilvania, la prisión a perpetuidad es una ejecución a fuego lento. Según la ley del Estado, existen tres grados de asesinatos. El primero se castiga con prisión a perpetuidad o pena de muerte. El segundo y el tercer grado con prisión a perpetuidad. No se sale de aquí. Y en esta cárcel, tenemos la tasa de condena juvenil a perpetuidad más elevada de Estados Unidos.

Pero me gustaría añadir que en Filadelfia, tuvieron lugar dos casos en la misma época que el mío en los que las personas fueron juzgadas por el asesinato de un policía. A la primera se le absolvió. La segunda, aunque fuese grabada con una cámara de vigilancia, no fue condenada a muerte.

¿Cómo consigue “evadirse” de aquí?

He escrito sobre Historia, una de mis pasiones. Me gustaría mucho escribir acerca de otras cosas. Mis últimos trabajos tratan de la guerra pero también escribo sobre cultura y música. Tengo un tempo interior que intento mantener a través de la poesía y la percusión. Pocas cosas se pueden comparar con el placer que siento aprendiendo música. Es como aprender un nuevo idioma. ¡Y menudo desafío escribir en otro idioma! Una profesora de música viene aquí cada semana y me enseña. Un mundo nuevo se ofrece a mí y ahora lo conozco un poco más. La música es una de las cosas más bonitas que el ser humano haya creado. Lo mejor de nuestras vidas.

Para cualquier información y ofrecer apoyo a Mumia Abu-Jamal, contactar con: Law Offices of Robert R. Bryan 2088 Union Street, Suite 4, San Francisco, CA 94123-411 — https://www.MumiaLegalDefense.org

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