Del Magreb a Oriente Medio, todos, a la caza del periodista

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25.03.2011 10:19

Desde que Túnez, primero y Egipto, a continuación, encendieran la mecha de las revueltas árabes que se han extendido rápidamente desde el Magreb hasta Oriente Medio, los periodistas son objeto de implacable persecución, especialmente en aquellos países en donde se están librando revoluciones cuando no guerras civiles.

Libia, se lleva la palma con dos periodistas muertos, siete arrestados, tres periodistas occidentales y seis libios desaparecidos, sin contar los cuatro profesionales del New York Times que fueron liberados el día 15 tras una semana de detención ilegal, en la que fueron agredidos físicamente y amenazados de muerte inmediata.

A Libia, le sigue Yemen, con un periodista muerto y una ola de expulsiones y deportaciones de hasta ocho profesionales de la comunicación.

Bahréin, más centrado en la persecución de Internet, ha practicado el arresto de dos ciberperiodistas y de un activista de los derechos humanos.

Siria, donde la represión policial ha causado ya decenas de muertos, se ha sumado esta última semana a la ofensiva general con la detención de dos importantes personalidades: el periodista y poeta, Mohammed Dibo en Deraa y Mazen Harwich, fundador y director del “Syrian Centre for Media and Free Expression” en Damasco. Además la prensa tiene vetada, desde el martes la entrada en la ciudad de Deraa, núcleo del levantamiento popular sirio.

La prensa estorba, incluso en países que presumen de ser abanderados de la democracia. Véase el acoso a que se ve sometido Daniel Assange por la publicación de documentos confidenciales del Departamento de Estado de Washington en WikiLeaks. Pero en los países en conflicto o en los que se libran guerras, la prensa no se tolera. Se la aparta. Se la elimina si es necesario. Y para ello se practica lo que podríamos llamar la caza del periodista, del fotógrafo, del cámara de televisión, incluso del traductor. De cualquier profesional que pueda hacer llegar a la opinión pública las barbaridades cometidas por los bandos enfrentados, en nombre de no se sabe qué legitimidades capaces pisotear el derecho fundamental de los pueblos a la vida.

Desde que la ONU, el pasado 26 de febrero aprobara la resolución 1970 condenando la respuesta del Gobierno de Moammar El Gaddafi al levantamiento popular en Libia “por usar la violencia contra los civiles”, los secuaces del régimen empezaron el acoso a los informadores. Y tras la segunda resolución del Consejo de Seguridad, del 17 de marzo, la 1973, autorizando implícitamente la ofensiva que se ha desencadenado “para proteger a los civiles y a las áreas pobladas bajo amenazas de ataques”, al crear la zona de exclusión aérea sobre el país, los ataques, detenciones y asesinatos de periodistas se han multiplicado de una manera alarmante. Principalmente centrados en la cadena de Qatar, Al Jazeera, único país árabe que participa con aviones de combate en la ofensiva contra las instalaciones del gobierno libio. 

Estamos viviendo tiempos convulsos de conflictos y violencia contra todos los pueblos y personas que quieren expresarse en libertad. Por ello sería conveniente recordar algunos principios por los que RsF ha peleado sin descanso desde hace muchos años. Primero y muy importante: dejar bien sentado que los periodistas no pierden su condición de civiles cuando se hallan trabajando en cualquier país en conflicto.

En el año 2002, Reporteros sin Fronteras redactó y presentó a las direcciones de los medios de comunicación una Carta de Seguridad de los Periodistas, con ocho principios que deberían cumplimentar para prevenir los riesgos que corren los profesionales que trabajan en lugares en guerra sin las debidas condiciones.

En la misma línea, RsF contribuyó a que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobara, el 23 de diciembre de 2006, la resolución 1738 sobre la protección de los periodistas en zonas de conflicto. Animadas por nuestra organización, las autoridades francesas y griegas presentaron y apoyaron el proyecto que se votó por unanimidad. El texto obliga a los Estados miembros de Naciones Unidas a proteger a los periodistas y efectuar investigaciones, cuando son víctimas de un conflicto armado.

Son particularmente claros al respecto los dos primeros puntos de la resolución en los que la alta institución internacional afirma que:

1.- Condena los ataques intencionados contra periodistas, profesionales de los medios de comunicación y su personal asociado, en situaciones de conflicto armado y exhorta a todas las partes a que pongan fin a esas prácticas.

2.- Recuerda, a este respecto, que los periodistas, los profesionales de los medios de comunicación y el personal asociado que realizan peligrosas misiones profesionales en zonas de conflicto armado deberán considerarse civiles y ser respetados y protegidos como tales, a condición de que se abstengan de emprender acciones que afecten negativamente a su estatuto de civiles y sin perjuicio del derecho que tienen los corresponsales de guerra acreditados ante las fuerzas armadas a gozar del estatuto de prisionero de guerra previsto en el apartado A.4) del artículo 4 del Tercer Convenio de Ginebra.

En segundo lugar, desde Reporteros sin Fronteras queremos destacar que hoy más que nunca es fundamental el trabajo de los periodistas y sus colaboradores para dar a conocer tantas barbaridades cometidas contra los pueblos que hoy se movilizan desde el Magreb hasta Oriente Medio pidiendo que se respeten sus derechos fundamentales, a ser libres y a expresarse libremente en demanda de una vida mejor.

Lo que no se cuenta no ha pasado, es nuestro lema y la consecuencia más inmediata es que muchos crímenes quedan sin castigo y muchos criminales gozan de una impunidad total de por vida. Luchemos contra eso con la única arma del periodista: la palabra.

María Dolores Masana

Presidenta de Reporteros sin Fronteras

DOCUMENTOS:

RSF. Carta de seguridad de los periodistas (PDF)

Resolución 1738 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (PDF)