FRANCIA | Por el derecho a publicar todo

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| Por el derecho a publicar todo
20.09.2012 17:47
  • La provocación, una coartada fácil, según el director de Reporteros Sin Fronteras
Christophe Deloire, director general de Reporteros Sin Fronteras expone hoy en el periódico francés Le Monde la postura de la organización con respecto a las caricaturas sobre Mahoma publicadas en el semanario satírico Charlie Hebdo. A continuación el texto íntegro: 
¿Deben los líderes políticos y los periodistas culpar al autor del video «La inocencia de los Musulmanes» de la violencia que se ha desencadenado tras su publicación y alegar circunstancias atenuantes en la ira destructiva de los fundamentalistas? ¿Debe considerarse una  «provocación» la publicación de las caricaturas del Charlie Hebdo? Se han hecho múltiples declaraciones conciliatorias para tratar de apagar las llamas y rechazar los «excesos de la libertad de expresión», que puede ser un acierto táctico, pero a largo plazo pone en peligro la libertad de información, requisito previo indispensable para el desarrollo político, económico y social.
En 2011, el propietario de un periódico pakistaní fue asesinado por oponerse a la ley de la blasfemia. En Bangladesh y en Afganistán se amenaza o detiene a periodistas por los mismos motivos. Hay que asegurarse de no considerar «provocativo» a un periodista cuyo trabajo haya suscitado la ira de los extremistas.
En 2010, Reporteros Sin Fronteras manifestó su preocupación por la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas contra la «difamación a las religiones». Afortunadamente, la Asamblea General de la ONU decidió tratar la intolerancia religiosa por otros cauces. Pero los que apoyaban de manera sectaria la criminalización de la blasfemia no han abandonado sus posiciones. En Túnez la nueva Constitución que se debate en la actualidad estudia la criminalizacición de todo lo que ataque a la religión. Rachid Ghannouchi, presidente del partido mayoritario Ennahda, ha declarado que «debería haber una ley internacional que criminalice los ataques a la religión y esta iniciativa debería llevarla a cabo Naciones Unidas».
Más allá de la cuestión de la blasfemia, una coalición internacional reclama restricciones a la libertad de información para «defender los valores tradicionales». El 14 de septiembre, Rusia, China, Uzbekistán y Tayikistán presentaron una propuesta ante la Asamblea General de Naciones Unidas que pide un «código de conducta para la seguridad de la información» en nombre de la diversidad histórica y cultural. En el Consejo de los Derechos Humanos, el portavoz ruso, Vladimir Kartashkin, ha defendido posturas muy retrógradas como la sumisión de todas las normas internacionales a los «valores tradicionales».
Desde la intervención de una treintena de organizaciones, en febrero de este año, el debate ha mejorado algo. Pero ¿quién puede garantizar que en el futuro los derechos humanos no estén sometidos a «los valores tradicionales», que darán poder sobre todo a aquellos que los predican?
¿Debemos recordar la reciente condena a dos años en un campo de trabajo las integrantes del grupo ruso Pussy Riot por haber «incitado al odio religioso»? Resulta inquietante la postura política (diplomática) defendida por Rusia, China, la Organización de la Conferencia Islámica y los Países de Asia Central, y apoyada por la violencia de los grupos islámicos. No queremos decir que Occidente tenga una visión más lúcida y equilibrada que el resto del mundo. Noam Chomsky y Edward Herman hablan en La fabricación del consentimiento de la «doble vara de medir» de Occidente que distingue entre las «víctimas que valen la pena y las que no».  No esperamos que el resto del mundo opine lo que opina Europa y Estados Unidos. Son  diferentes, y es algo positivo porque significa que pueden ver cosas que nosotros no vemos y viceversa.
Pero la libertad de expresión y de información es un principio universal. Si la exijo para mi, debo dársela a los demás también. Si se la niego a los demás, no podré exigirla para mí. Nadie sabe cómo aplicarla a la perfección, qué duda cabe, pero debemos centrarnos en que los que pretenden difundir doctrinas propagandísticas no usen todas las formas de presión para invalidar el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que garantiza el derecho a investigar y recibir informaciones y opiniones, y difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Christophe Deloire, director general de Reporteros Sin Fronteras