73 mujeres periodistas pasan el 8 de marzo entre rejas

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Con motivo del Día Internacional de la Mujer, Reporteros Sin Fronteras (RSF) pide la liberación inmediata e incondicional de todas las periodistas encarceladas en el mundo y advierte sobre la desaparición de las mujeres afganas del panorama mediático.

De los 550 periodistas y otros trabajadores de medios actualmente en prisión, más del 13% son mujeres (73), según se desprende del Barómetro de RSF; un porcentaje que se ha duplicado en los cinco últimos años. Cada vez más numerosas sobre el terreno y cada vez más visibles en las redacciones, las profesionales de la información son también víctimas de una represión cada vez más implacable en 14 países del mundo, encabezados por China (21 mujeres periodistas encarceladas), Irán (12), Birmania (10), Bielorrusia (10), Vietnam y Turquía (4).

En primera línea

Las mujeres periodistas están pagando el precio de haber estado en primera línea de muchas de las crisis recientes. En Irán, 12 periodistas están actualmente en prisión, 11 de las cuales como consecuencia de las manifestaciones que sucedieron a la muerte de Mahsa Amini. Las dos periodistas que ayudaron a captar la atención del público sobre el caso – Nilufar Hamedi, que acudió al hospital en el que la estudiante kurda iraní se encontraba en coma, y Elahe Mohammadi, que cubrió los actos de su funeral- están acusadas de “propaganda contra el sistema” y de “conspiración para actuar contra la seguridad nacional”. Estas acusaciones pueden costarles la condena a muerte.

En Birmania, haber dado cuenta de la violencia de los militares que tomaron el poder en el golpe del 1 de febrero de 2021 ha supuesto para la periodista independiente Htet Htet Khine una doble condena de tres años de cárcel y trabajos forzados por “incitación al odio y a la violencia contra el ejército”; desde agosto de 2021, languidece en la sórdida cárcel de Insein.

Bielorrusia, que destacó tristemente en el Balance RSF 2021 por ser el país con más mujeres que hombres periodistas en prisión (17, frente a 15), mantiene a nueve de ellas entre rejas por haber cubierto manifestaciones no autorizadas. No se les perdona nada. Ni penas de prisión abultadas – Katsiaryna Andreyeva (Bakhvalava) ha sido condenada dos veces a un total de diez años y tres meses de cárcel por haber grabado una concentración contra el presidente Aleksandr Lukashenko en la llamada “plaza de los Cambios”, en noviembre de 2020-, ni falta de cuidados: su visión se ha deteriorado seriamente sin que nadie haya hecho nada para remediarlo. El estado de salud de su compañera Ksenia Lutskina, que cumple una pena de ocho años de cárcel, no deja tampoco de degradarse, ya que ni sus problemas de asma, ni su tumor cerebral reciben ningún tipo de atención.

Falta de cuidados y malos tratos: la muerte lenta

En Vietnam, con el fin de silenciar cualquier información sobre su estado de salud, también crítico, las autoridades trasladaron, hace un año, a la galardonada con el Premio RSF al Impacto 2019, Pham Doan Trang, a un centro penitenciario situado 1000 kilómetros al sur de Hanoi. La falta de cuidados, unas condiciones de detención deplorables e, incluso, los malos tratos constituyen el día a día de las presas en China. La periodista Sophia Huang Xueqin – conocida por su implicación en el movimiento #MeToo en el país – sufre dolores insidiosos en la cintura, como consecuencia de los malos tratos y torturas que ha recibido.

Desde el fondo de su celda, algunas periodistas logran dar testimonio de lo que ellas mismas, o sus compañeras de profesión o de reclusión padecen. “Estos últimos días, varias presas han compartido relatos impactantes sobre la forma en la que han sido agredidas”, advertía la galardonada con el Premio RSF 2022, la iraní Narges Mohammadi, en una carta abierta publicada el 24 de diciembre de 2022. Un mes antes, en su libro titulado White Torture, la periodista describió una forma de tortura practicada en las cárceles de Irán, basada en la privación sensorial por la puesta en aislamiento absoluta y prolongada, sin acceso a la luz natural.


El borrado de las mujeres periodistas en Afganistán 

En menos de dos años, el panorama mediático de Afganistán ha sufrido una auténtica hecatombe: la mitad de los 526 medios que existían hasta el verano de 2021 ha cerrado y, de las 2 300 mujeres periodistas censadas antes del 15 de agosto de 2021, fecha de la llegada al poder de los talibanes, menos de 200 continúan actualmente en activo. Esto implica que casi la totalidad de las mujeres periodistas (el 90%) ha abandonado su trabajo. Una parte de las periodistas afganas ha huido del país, pero la cifra exacta de las que han logrado exiliarse sigue siendo desconocida.

Las que permanecen en el país tienen que hacer frente a condiciones de trabajo cada vez más draconianas, cuando no imposibles. Recientemente, los talibanes les han prohibido entrevistar a hombres e, incluso en algunas provincias, asistir a conferencias de prensa. Tampoco pueden ya presentar programas de radio o televisión en compañía de hombres o recibir a invitados varones.

El Ministerio talibán de la Propagación de la Virtud y de la Prevención del Vicio también les ha impuesto restricciones estrictas en la forma de vestir: frente a las cámaras, los cuerpos femeninos tienen que estar cubiertos de la cabeza a los pies y solo pueden asomar los ojos.