Periodismo sin engaños
Se ha vuelto a producir. Se repite una y otra vez. Se ha transgredido un principio fundamental del Código Deontológico del buen periodismo: “en el desempeño de su trabajo, el periodista deberá utilizar medios dignos para obtener información lo que excluye los procedimientos ilícitos”. Y es que el Tribunal Constitucional ha declarado “ilegítimo” el uso de cámaras ocultas en el ámbito periodístico. Y añade el alto tribunal que tal método de obtener información “se basa en un ardid o engaño que el periodista despliega simulando una identidad oportuna según el contexto”. La sentencia sanciona la actuación de una periodista que haciéndose pasar por paciente en una clínica de estética grabó a la esteticista por medio de una cámara de vídeo oculta para emitirla posteriormente por televisión, sin su consentimiento.
Los organismos encargados de velar por una buena praxis del periodismo, como son en España, la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE o el Consell de la Informació de Catalunya, reciben continuas demandas por vulneración de las normas contenidas en los códigos deontológicos de la profesión. Pero entre las más frecuentes se hallan las denuncias por vulneración de los artículos 1.4 de los Principios generales y el artículo 14 de los Principios de actuación del Código de la FAPE, de 1993, que bebe de las fuentes del Código Europeo de Deontología del Periodismo del Consejo de Europa. El primero dice “el periodista respetará el derecho de las personas a su intimidad e imagen teniendo presente que sólo la defensa del interés público justifica las intromisiones e indagaciones sobre la vida privada de una persona sin su previo consentimiento”. El segundo dice. “el periodista utilizará medios dignos para obtener la información, lo cual excluye cualquier procedimiento ilícito”.
En julio del año pasado de destapó el escándalo del diario “News of the World” que como recordaremos le costó al magnate de la prensa, Robert Murdoch, que el tabloide dejara de publicarse. Unas escuchas ilegales, sin conocimiento ni consentimiento previo, fueron el detonante del cierre del periódico, en aquel caso obviamente eran de suma gravedad por cuanto interferían en el caso del secuestro y asesinato de una niña de 13 años.
Y aquí llegamos al meollo de la cuestión entre defensores y detractores del uso de medios ilícitos por parte del periodista. Unos dicen que la cámara oculta es esencial para llevar a cabo “periodismo de investigación”. A nuestro entender, esto no es así. En ningún ámbito, el fin justifica los medios. No estamos hablando, en este caso, de actividades delictivas y/o criminales de la mafia como las que denuncia Roberto Saviano o de descubrir la identidad de un asesino que podría significar una amenaza social aunque habría que precisar que para ello ya existen los investigadores policiales. El tema es que, tras la conocerse la sentencia del Tribunal constitucional, los que se más se han quejado han sido precisamente los editores de programas sensacionalistas que en definitiva ni defienden la verdad ni las injusticias sociales. Lo que defienden, en general, son morbosas audiencias millonarias. En definitiva, negocio.
No olvidemos que se ha hecho muy buen periodismo de investigación sin recurrir a medio ilícitos. Un caso paradigmático fue el conocido como “Watergate” que obligó a dimitir a todo un presidente de los Estados Unidos: Nixon. Los dos periodistas del diario “The Washington Post”, al frente de un buen trabajo de investigación periodística, grabaron miles de conversaciones de todos los hombres del presidente a los que consiguieron tener acceso, de secretarias, de administrativos… pero siempre identificándose como periodistas y a cámara descubierta.
Mercedes Milá, que ha suspendido de momento su programa “Diario de” a la espera de asesoramiento jurídico, declaró en un programa matinal de radio que “no pueden quitarse medios técnicos (se refiere a la cámara oculta) que demuestran que algo que dice la gente que existe, es real. Es la única forma que tenemos de demostrar la verdad”. E insiste: “si no hay imágenes no pueden ir luego a la policía”. Puestos en estos niveles, ¿habría que pensar seriamente en crear la figura del “periodista justiciero”? Desde los organismos encargados de velar por la salvaguarda de los derechos fundamentales de emisores y receptores de la información, cuales son las comisiones de quejas y deontología o los consejos de prensa, rechazamos que se pretenda someter la deontología profesional a las leyes del mercado y con falsos razonamientos termine sacrificada a las leyes del espectáculo y las audiencias.