Irán, el gran depredador de la libertad de prensa

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19.10.2010 22:47

Publicado el 19 de octubre de 2010 en el Diario ABC

La noticia que saltó el pasado 10 de octubre referente a la retirada del permiso de residencia de la corresponsal de “El País” en Teherán, Ángeles Espinosa, por parte de las autoridades iraníes, no es más que la punta del iceberg de la campaña sistemática de acoso contra la prensa llevada a cabo por el régimen de los ayatollahs. La periodista ya había sido arrestada en Qom, el pasado julio, después de entrevistar a Ahmad Montazeri, hijo del ayatollah reformista, Hussein Ali Montazeri. En la misma línea de actuación, dos periodistas alemanes fueron arrestados recientemente por haber entrevistado a un hijo de Sajineh Ashtiani, la mujer condenada a lapidación por adulterio y cuya ejecución ha sido conmutada por la de ahorcamiento, debido a la presión internacional pidiendo su indulto.

El ejercicio del periodismo en el Irán revolucionario nunca fue fácil y se ha ido agravando a medida que Internet se configuraba como la gran herramienta de los periodistas digitales y aún de los ciudadanos y/u opositores al régimen para contar lo prohibido o expresar opiniones “disidentes”. Pero la gran represión se desató, a raíz de las elecciones de junio de 2009, fecha de la contestada reelección de Mahmud Amadineyah para la presidencia de la República. Miles de páginas web, bloqueadas. Cientos de sitios, censurados. Una treintena de periódicos suspendidos. Detenciones, arrestos arbitrarios, multas y fianzas exorbitantes. Con 37 periodistas y bloguers, encarcelados, Irán es hoy una de las mayores cárceles del mundo de profesionales de la comunicación junto a China, Eritrea y Corea del Norte.

Y la censura no sólo sigue. Se acentúa. Contra la prensa extranjera. Pero también contra los periodistas iraníes. Es realmente inquietante puesto que desde los procesos “estalinistas” de agosto de 2009 y enero de 2010, en los que una docena de periodistas famosos, conocidos a nivel nacional, fueron condenados a graves penas de cárcel que siguen cumpliendo, la espiral represora se ceba, cada vez con mayor encarnizamiento, en los medios de comunicación iraníes aunque este hecho tenga menor difusión en los medios occidentales. Ocurre como con la guerra de Irak. De los 240 periodistas que resultaron muertos desde el año 2003, más del 92 por ciento fueron periodistas autóctonos, sin nombre y sin rostro para los grandes medios internacionales.

Espinosa que lleva cinco años informando desde Irán, destaca que su caso como el de cualquier otro periodista extranjero que pueda encontrarse en semejante situación “es sólo una muestra de las dificultades a las que aquí hace frente la libertad de expresión así como el resto de los derechos básicos”. Obviamente que el pasaporte es un salvoconducto que protege en gran medida a la prensa extranjera pero “¿qué pasa con los colegas iraníes?”, se pregunta la veterana periodista y prosigue: “ellos sí que se hallan en una situación que requiere solidaridad internacional. Si no están en la cárcel, han huido del país o se han visto obligados a autocensurarse o a dejar de trabajar para no poner en riesgo sus vidas o las de sus familias. Yo me iré de Irán pero volveré a mi país o a donde yo quiera y no perderé mi trabajo. Los iraníes pierden su país y su trabajo. A veces, también unos cuantos años de su vida pudriéndose en la cárcel… En ese sentido, mi caso no es tan grave -añade Ángeles Espinosa- pero ojalá sirva para que hablemos de lo que supone ser periodista en Irán”.

“Reducir la contestación al silencio” parece ser la consigna adoptada por las autoridades de un país conducido con mano de hierro por el “Guía supremo”, el ayatollah Ali Jamenei, que al igual que su predecesor Jomeiny, controla todas las instituciones políticas. Mediante sus inflamados discursos contra los medios de comunicación atiza la cólera del poder. Los periodistas detenidos e incomunicados en la Seccción 240 de la cárcel de Evin, bajo control de los Guardianes de la Revolución, o los de la Sección 209, gestionada por el Ministerio del Interior, son víctimas de flagrantes violaciones contra los derechos humanos. Reporteros sin Fronteras acusa a Ali Jamenei de crímenes contra la Humanidad.

María Dolores Masana

Presidenta de Reporteros sin Fronteras