FRANCIA | El futuro «código para la cobertura de actos terroristas» preocupa a Reporteros Sin Fronteras

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| El futuro «código para la cobertura de actos terroristas» preocupa a Reporteros Sin Fronteras
14.10.2016 19:14

Reporteros Sin Fronteras (RSF) expresa su preocupación por el «código de buena conducta para la cobertura audiovisual de actos terroristas» que el Consejo Superior Audiovisual francés (CSA) debe redactar como le encomienda la ley aprobada el 21 de julio para extender el estado de emergencia en Francia. Tras participar en la ronda de consultas del organismo, RSF tiene serias reservas acerca de este «código «, tanto por la forma en que se está elaborando como por su utilidad.

Algunas de las coberturas de los últimos atentados terroristas en Francia fueron criticadas por su tratamiento, especialmente las de televisión. Por ejemplo, France 2 entrevistó a un hombre junto al cadáver de su esposa inmediatamente después del ataque terrorista de Niza, el 14 de julio de 2016, o BMF reveló en directo la presencia de rehenes en el supermercado kosher de París en enero de 2015, dos días después de la matanza en Charlie Hebdo.

Al CSA se le ha encargado, por ley, la tarea de redactar un «código de conducta para la cobertura audiovisual de actos terroristas». Tanto el contenido como el carácter vinculante de dicho código, que está redactando el organismo regulador de la radiodifusión, son aún una incógnita.

Por el momento no se sabe nada sobre el contenido del código propuesto o si va a ser de obligado cumplimiento. Sus objetivos (por ejemplo, la protección de las víctimas, la presunción de inocencia y el trabajo de la policía) pueden ser legítimos, pero Reporteros Sin Fronteras lamenta el modo en que se está elaborando. Después de hablar con los canales de televisión, las emisoras de radio y los grupos de interés, entre los que se encuentra RSF, el CSA ha comenzado la redacción con el fin de publicarlo antes de fin de mes.

El CSA dijo que habría una «amplia consulta» pero ahora es el propio organismo quien se está encargando en solitario de la redacción del código. No habrá más reuniones ni consultas durante la elaboración del documento. No habrá discusión sobre el primer borrador, y no hay negociaciones con radios y televisiones sobre el contenido del código.

RSF denuncia el hecho de que cuestiones de ética periodística, profesionalidad de los medios y libertad editorial vayan a ser decididos por un organismo gubernamental. El Parlamento francés debería haber pedido que el texto lo elaborase una entidad de autorregulación y no un regulador gubernamental.

Designar a un organismo externo para elaborar un «código de buena conducta» para los periodistas de radio y televisión es comparable a tratarlos como niños.

En el calor del momento, se cometieron errores y se tomaron decisiones poco meditadas, pero el Parlamento no debería haber dado por supuesto que las redacciones de radio y televisión no estuvieran ya discutiendo cómo proporcionar una cobertura más adecuada de los ataques terroristas. Radios y televisiones se plantean cómo hacer la mejor información de acontecimientos de gran impacto para todos. El público quiere saber lo que está sucediendo y ellos trabajan para satisfacer esa demanda a diario y caso por caso.

Aparte de la forma en que se está redactando, la utilidad de un código de este tipo también es cuestionable. O bien se reiteran las normas vigentes que el CSA ya se supone que debe hacer cumplir, o se trata de imponer nuevas obligaciones a los medios de radiodifusión, en cuyo caso no tendría ningún valor jurídico, ya que el Consejo no está facultado para introducir nuevas normas vinculantes en una área – la libertad de expresión e información – que afecta a derechos fundamentales.

Al mismo tiempo, si es demasiado general, puede que no ayude a solucionar problemas específicos que normalmente se abordan caso por caso. Y si es demasiado específico, podría abrir una vía para cierto freno de precaución en la cobertura informativa que pudiera dar lugar a una forma de censura preventiva.

La naturaleza y carácter de obligación del código son fuente de preocupación. Incluso si el CSA lo identifica como una especie de «ley blanda» que no pretende imponer obligaciones adicionales a los medios audiovisuales, el incumplimiento sí podría llevar a aplicar todas las sanciones a disposición de la CSA. Por lo tanto, de una manera u otra, será vinculante.

Existe el peligro de que el contenido del código pueda perpetuar las prácticas y los comportamientos relacionados con el estado de emergencia. La creación del código es parte de una serie de medidas relativas a la lucha contra antiterrorista y para la introducción del estado de emergencia, pero las redacciones tendrán que seguir observando sus normas de precaución y sus restricciones después de que el estado de emergencia se haya levantado.

Se han dado casos de sucesos que las autoridades calificaron erróneamente como actos de naturaleza terrorista, y es posible que esto vuelva a ocurrir en el futuro. Cuando así sea, las precauciones y restricciones del código también obstaculizarán los esfuerzos de los medios por establecer la verdad.

El código de buena conducta no puede imponer más restricciones a la libertad de expresión de las que ya existen, y que están consagrados en las legislaciones francesa e internacional. La libertad de información, el derecho a informar y ser informado, tiene muy pocas limitaciones. El nuevo código propuesto por el CSA no puede imponer restricciones adicionales sin violar uno de los principios más fundamentales de nuestro sistema democrático.

Reporteros Sin Fronteras sólo dará el visto bueno a dicho código si no es más que una especie de «guía» que explique las leyes existentes a los informadores, por si no lo hacen ya sus asesores legales, o a los periodistas sin suficiente experiencia que tengan que cubrir una historia urgente y de alcance. Y en ese caso, sería sólo un recordatorio o explicación de la ley sin valor jurídico en sí mismo.