ESPAÑA / CUBA | “Psicológicamente estoy destruido”. Entrevista con Miguel Galban, periodista cubano excarcelado

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| “Psicológicamente estoy destruido”. Entrevista con Miguel Galban, periodista cubano excarcelado
08.10.2010 21:07
  • “Cuando haces una huelga en la prisión, te dejan en cueros, sin agua, luz, ni colchón, sin pertenencias de ningún tipo, en total aislamiento”.
  • “No lo entiendo. Nunca entendí el porqué de la detención y de esa terrible condena”

Por Alessandro Oppes, Reporteros Sin Fronteras-España

El caso de Miguel Galban Gutiérrez es uno de los más impactantes de entre los 75 presos políticos de la Primavera Negra cubana. Arrestado el 18 de marzo de 2003, al mes siguiente fue condenado a una pena de 26 años de cárcel, tras un juicio rapidísimo de unas  diez horas en el que la acusación pidió cadena perpetua. Cuarenta y ocho horas después de haber recuperado su libertad, en el Hostal Welcome de las afueras de Madrid elegido por el gobierno español para albergar a los refugiados políticos, todavía incrédulo y eufórico, el que fuera periodista de la agencia Havana Press recuerda incrédulo su largo calvario. “No entiendo cómo llegaron a pedirme cadena perpetua. No soy político, no voy a ser político nunca. Lo mío es escribir”.

Su apariencia física es buena pero las secuelas van por dentro. “Me han destruido psicológicamente”. Una úlcera crónica, gastritis, varios dientes arruinados, cinco piezas dentales menos y problemas en la vista, son otras consecuencias del duro trato recibido en las cárceles cubanas. Galban habla veloz y atropelladamente, a veces cuesta seguirlo porque se come las palabras. Todavía no ha asimilado el cambio.

¿Tiene una idea de por qué el régimen castrista le consideraba tan peligroso para la seguridad del Estado?

Nunca me lo explicaron. Espero lograr enterarme un día u otro, descubrir la verdad. Yo simplemente trabajaba para Havana Press, una agencia de información independiente. Estaba en la oposición porque los reporteros en Cuba se consideran parte de la oposición al régimen de los hermanos Castro. No soy político, no voy a ser político nunca, lo mío es escribir, reflejar la verdadera realidad sobre la situación cubana. Entonces, de verdad, no entiendo cómo llegaron a pedir para mí cadena perpetua.

Pero, ¿cuál fue concretamente la acusación que le hicieron?

Fue la de difundir una noticia falsa. En mayo de 2002 publiqué una información sobre un motín que había ocurrido en una cárcel Melena 2, a 16 kilómetros de Güines, el lugar donde yo vivía. Al año siguiente, cuando me arrestaron, me dijeron que aquella noticia era falsa.

 

¿Y por eso le pidieron cadena perpetua?

Sí, porque la tesis era que, al denunciar una violación de los derechos humanos, yo podía provocar una intervención de los Estados Unidos en Cuba.

Hasta el día en que le detuvieron, ¿nunca tuvo la sospecha de que le pudiera pasar algo parecido?

No, nunca. Y por eso tenía en casa todo mi archivo, mis periódicos, los libros. No me imaginaba que me pudiese pasar nada.

¿No le habían avisado de que era una persona bajo sospecha?

Sí, eso sí, me amenazaron. Yo asistía a las citas que me hacían los miembros de la Policía Política de Castro, en ellas mayormente lo que hacían era amenazarme. El 4 de noviembre de 2001 fue la última cita a la que asistí, les dije que no iba a ir a ninguna más, que tenían que meterme preso o conducirme a la fuerza. A partir de entonces, me dijeron de forma muy clara que era guerra y que lo iba a lamentar.

¿Sus condiciones de detención, a lo largo de estos siete años, fueron siempre duras?

Muy duras, realicé dos huelgas de hambre para resolver inconveniente dentro de la prisión de Agüica, (el problema es que allí, cuando haces una huelga de hambre te quitan todo: estaba en aislamiento, en cueros, sin agua ni luz, no tenía ni colchón, tenía que dormir en el suelo, sin pertenencia de ningún tipo), una cuando me quisieron llevar a una corte disciplinaria por decirle ladrón al oficial que me atendía, y otra cuando me quitaron una visita familiar que era cada tres meses. Sólo en la última fase, a partir de junio de 2007, en Guanajay, cerca de La Habana, fueron mejores. La otra protesta que hice fue de octubre de 2005 a diciembre de 2006 para lograr este objetivo: catorce meses sin aceptar visitas familiares, pidiendo que me quitaran del régimen de mayor severidad para pasarme a otro más aceptable, necesité enviar a mi familia a la Sede de la Seguridad del Estado Nacional para que me llevaran a otra prisión. Esa era la única forma para obtener que me llevaran a mi provincia, conseguí que me trasladaran para Guanajay que comparada con la anterior es de menor represión por parte de sus carceleros.

¿Cuáles fueron las consecuencias para su salud de todos estos años de detención?

La consecuencia más grave es que tengo gastritis y úlcera crónica. He perdido cinco muelas y tengo varios dientes en mal estado. Y psicológicamente estoy destruido. Además, he perdido mucho la memoria. Eso sí, espero poder recuperarme.

¿Tenía alguna atención médica?

Bastante mala. Para hacerme una endoscopia tardaron cinco años. Durante un tiempo llegaron a quitarme la posibilidad de salir al patio (normalmente salíamos una hora al día, de lunes a viernes). A raíz de eso me aparecieron unas manchas en la piel, todavía las tengo. En vano pedí que me viera un dermatólogo. Esos son los métodos de la Seguridad del Estado cubana: si tú necesitas una cosa, te dan otra. ¿Tienes un problema de piel? Te quitan la luz y el aire. Te torturan mucho, mentalmente.

¿En algún momento tuviste el miedo de tener que pasar el resto de tu vida en la cárcel?

No, siempre pensé que el gobierno cubano nos iba a utilizar, en el momento que considerara oportuno, como moneda de cambio. Yo me enteré el 8 de julio pasado del acuerdo para la liberación de presos suscrito por el cardenal Ortega con el gobierno cubano, cuando salió publicado en el periódico oficial Granma. Pero, hasta el día en que me excarcelaron, no detecté algún cambio en la actitud de las autoridades hacia nosotros.

¿Cómo se enteró de que habían decidido liberarle?

Recibí una llamada del cardenal Jaime Ortega el día 17 de septiembre. Me preguntaba si quería viajar a España. Yo le contesté que, para salir tenían que dejar viajar conmigo a toda mi familia, que son diez personas. La cuestión es que, hasta el 2003, cuando me arrestaron, la lucha era mía. Pero a partir de entonces la lucha ha sido también de mi familia. Así que yo tengo que pensar en ellos. La Sección de Intereses de EE.UU. no podía sacarles. No tenía ninguna garantía para ellos: no me podía ir dejándolos en Cuba

¿Supo en la cárcel de que estaba apadrinado por periodistas españoles?

Me enteré en la prisión de Guanajay de que estaba apadrinado por la periodista del diario El País Rosa Montero, después de leer un artículo suyo donde lo manifestaba. Coincidencia: fue el 12 de enero de este año, el mismo día que cumplía 45 años. Del apadrinamiento de la Asociación de la Prensa de Almería me enteré en los momentos finales antes de salir de Cuba. Ese apoyo exterior es muy importante, te ofrece muchas fuerzas para enfrentarte a todas las dificultades diarias y los métodos de represión de las autoridades cubanas. A Rosa Montero le escribí desde la prisión agradeciéndole su apoyo.

¿Cuáles fueron sus primeras impresiones al llegar a España?

No han sido lo que esperaba. Lo que me manifestó Fernando Morón, representante del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, quien me recibió en el aeropuerto de Barajas, no se ha cumplido. Todavía no me han ofrecido la atención médica que necesito. El chequeo médico que me realizaron en el Hospital Militar Gómez Ulla, fue de rutina. Hay que tener en cuenta que salí de una prisión directo a este país, al cual respeto y admiro y al que estoy agradecido por permitirme venir junto a mi núcleo familiar.