BIELORRUSIA | RSF recuerda a Lukashenko que para unirse a la comunidad internacional hay que acabar con la represión

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| RSF recuerda a Lukashenko que para unirse a la comunidad internacional hay que acabar con la represión
28.01.2016 23:07

Reporteros Sin Fronteras recuerda la desastrosa situación de los derechos humanos en Bielorrusia, país que intenta distanciarse de Rusia y acercarse a organismos internacionales como la Unión Europea o el Fondo Monetario Internacional (FMI). No obstante, en la nación que preside Alexander Lukashenko se sigue reprimiendo la libertad de prensa y se utiliza la brutalidad policial y el acoso judicial contra los periodistas independientes.

En su intento por aflojar la garra de Rusia sobre Bielorrusia, el presidente Alexander Lukashenko está tratando de congraciarse con la comunidad internacional. No obstante, aparte de la liberación de los principales presos políticos, la situación de los derechos humanos en su país sigue siendo tan desastrosa como siempre.

Las autoridades siguen pisoteando la libertad de prensa en particular y Bielorrusia no consigue mejorar el puesto 157, de 180 países, en la última Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras.

«Ahora que el gobierno bielorruso está tratando de adular a Bruselas y cortejar al FMI, sus interlocutores deben recordar que la libertad de prensa es uno de los requisitos para su plena reinserción en la comunidad internacional», apunta Johann Bihr, responsable de Reporteros Sin Fronteras para Europa del Este y Asia Central.

«Deben acabar tanto el acoso judicial como la brutalidad policial contra los periodistas independientes; es esencial hacer grandes reformas para promover el pluralismo y eliminar las trabas que restringen los medios independientes».

Agresión de la policía a un periodista

Pavel Dabravolski, reportero del diario digital Tut.by, fue víctima de uno de los casos más recientes de brutalidad policial. Los agentes lo golpearon mientras cubría la detención de dos manifestantes pacíficos durante un juicio, el 25 de enero, en Minsk.

«Me arrebataro mi cámara y el carnet de prensa y empezaron a pegarme», contó en Tut.by. «Me dieron docenas de patadas. Cuando intenté protegerme la cara (…) me pusieron los brazos detrás de la espalda y uno de los policías me plantó su bota en la cabeza».

Después de haber sido obligado a tumbarse boca abajo en el suelo durante 20 minutos, Dabravolski y los dos manifestantes fueron conducidos a una sala de audiencias y juzgados por los cargos de resistencia a la autoridad y desacato al tribunal. Dabravolski fue multado con 9,45 millones de rublos (unos 412 euros) con el testimonio de uno de los policías que le agredieron. Más tarde, sus heridas serían examinadas en un hospital con el fin de presentar una queja.

Nueva ola de multas a periodistas independientes

Después de una tregua de varios meses, las autoridades reanudaron su acoso a los periodistas que trabajan para medios de comunicación con sede ​​en el extranjero. Desde comienzos de 2016, tres periodistas han sido condenados por «producción ilegal de contenidos para los medios» en virtud del artículo 22.9 del Código de Infracciones Administrativas.

Estos procesos son ya un método clásico en Bielorrusia. Por un lado, las autoridades prohíben los principales medios audiovisuales independientes, lo que los obliga a emitir desde fuera del país. Por el otro, a sus reporteros en territorio bielorruso se les niega sistemáticamente la acreditación, lo que permite a las autoridades a acusarlos de «producción ilegal de contenido para los medios.»

Durante 2015, se impusieron al menos 28 multas por estos motivos, antes de las elecciones presidenciales del 11 de octubre. La avalancha de sanciones se detuvo en el último trimestre, pero se reanudó este enero.

Entre las últimas víctimas e cuentan Kastus Zhukouski, que fue multado el 14 y 20 de enero por un total de 13,65 millones de rublos (unos 612€), y Larysa Shchyrakova, que recibió cuatro multas por un valor total de 4,62 millones de rublos (221€), el 13 de enero. Ambos trabajan en la ciudad de Homyel, en el sureste, para Belsat TV, un canal de televisión que transmite desde Polonia desde el año 2007 y que ha intentado en tres ocasiones, sin conseguirlo, abrir una oficina en Minsk.

Zhukouski dijo a la corte que no necesitaba de acreditación por haber fundado su propia compañía, y fue esta empresa que vendía sus reportajes a Belsat TV. «Las sanciones contra los periodistas independientes se validan a ciegas», dijo, insistiendo en que él nunca ha sido condenado en un juicio justo.

«Ellos me tienen enfilado a mí en particular porque trato temas sociales», explicó a Reporteros Sin Fronteras. «Vamos a lugares a los que los medios nunca van. Nuestros reportajes son como picaduras de mosquito, pero las autoridades siguen considerándolos peligrosos».