‘El blanco y negro es más real’ | Presentación de Alfonso Armada de la exposición y subasta a beneficio de RSF

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Nos cuesta entender el mundo en que vivimos. Si era tan absurdo como presumía Albert Camus en El mito de Sísifo, ¿en dónde nos encontramos ahora, que una pandemia se ha convertido en la medida de todas las cosas y nos ha tendido un espejo universal en el que intentamos a duras penas reconocernos?

Al poco de arribar al Paraíso, la última etapa de la Divina comedia, leemos: “Vosotros, los que en una barquichuela,/ con gran deseo de escuchar, seguís”. Acaso esas palabras nos estén ofreciendo un salvoconducto para esta hora de tanta incertidumbre y perplejidad.

Creo que fue el cineasta Samuel Fuller el que apuntó con tanta sorna como inteligencia que, aunque la realidad es en color, el blanco y negro es más realista. Yo creo que en realidad es más humilde. Tal vez porque nos obliga a no perder el contacto con nuestros orígenes, de dónde venimos, quiénes éramos. Tal vez porque nos recuerda nuestra intrínseca condición de emigrantes, de paso en este sitio. Tal vez porque el blanco y negro no pretende contarlo todo, le ofrece al que se asoma una suerte de ticket para un banco de madera en el que sentarse a contemplar un pequeño fragmento del mundo. Y sobre todo porque el blanco y negro participa de algo que compartían los que navegaban en la barquichuela de Dante: un gran deseo de escuchar.

El blanco y negro participa de algo que compartían los que navegaban en la barquichuela de Dante: un gran deseo de escuchar

El blanco y negro nos permite prestar atención al gran latido arrítmico del mundo. Lo hace, como el dibujo, sin estridencias. El blanco y negro habla en voz baja. El blanco y negro de estos 53 fotógrafos (uno de ellos pintor) que han querido acompañar a Reporteros Sin Fronteras a un viaje en pos, precisamente, de la realidad.

Bellingcat es una suerte de agencia de detectives digitales que se dedican a señalar las mentiras que nos cuentan, cómo engañan a veces las imágenes. Probaron que el régimen de Al Assad había utilizado armas químicas en la guerra de Siria, y desenmascararon a los agentes del gobierno ruso que envenenaron a Sergei Skripal y a Alexéi Navalny. Eliot Higgins, su fundador, dijo ante el asalto al Capitolio estadounidense: “cuando la gente se desvía de la realidad, la realidad misma está en peligro”.

Cuando el poder nos cose la boca, cuando el crimen organizado liquida a quien se atreven a contar, cuando triunfa el miedo, estamos perdidos

No es fácil ver en qué medida la libertad de prensa nos permite hacernos una idea más cabal del mundo en que vivimos. Tal vez porque solo nos damos cuenta de lo valioso cuando lo perdemos. Cuando el poder nos cose la boca, cuando el crimen organizado liquida a quien se atreven a contar, cuando triunfa el miedo, estamos perdidos. Ese es nuestro papel, servir de contrapoder, dar voz a quien no la tiene. Como hacen tantos admirables colegas en América Latina (y en tantos otros rincones del mundo), que vencen al terror y buscan denodadamente la verdad.

Desde Reporteros Sin Fronteras agradecemos de todo corazón (aunque parezca una frase hecha, haremos que no lo sea) a David López y Amador Toril la generosidad de brindarnos la colección que ellos reunieron en Espacio Raw. Como la inestimable hospitalidad de la Universidad de Alcalá de Henares (en la figura de José Raúl Fernández de Castillo Díez, delegado del rector para la Cultura, la Ciencia y la Cooperación) y de su Aula de Fotografía (dirigida por Natalia Garcés), que en el claustro de San José de Caracciolos acoge una última estación para este atlas de ventanas. Antes de que las fotografías sean subastadas para que RSF siga luchando por la libertad de prensa: proporcionando chalecos antibalas y seguros a todo riesgo a tantos periodistas freelance que cubren conflictos en todo el mundo, denunciando la persecución de periodistas que se juegan la libertad y la vida desde el Sáhara Occidental a El Salvador, desde México hasta la India, desde China hasta Irán, desde Rusia a Afganistán… Como también celebramos y damos las gracias al entusiasmo y el rigor de Ansorena (encarnada en Cristina Mato y Mónica Marín), para que este repertorio de miradas complementarias sea subastado online por esta prestigiosa casa de subastas. Lo que se recaude hará que RSF siga esforzándose para que el periodismo esté a la altura del momento, a mantener alerta la razón, nos ofrezca relatos verdaderos que nos ayuden a entender este extraño mundo y nuestro lugar en él.

Pero gracias por encima de todo a Matías Costa, José Pascual, Pilar Martínez, Concha Casajús, Giuseppe Satriani, Kike Aspano, Carlos Ximénez, Nicole Herzog-Verrey, Elisa González-Miralles, Blanca Berlín, Carlos Rubio, Cristina Otero, Jordi Estrampes, Andrea Santolaya, Ouka Leele, Sofía Moro, Alberto Rubio Romero, Eduardo Momeñe,  Elena Plaza, Valentín Sama, Ricardo López-Bueno, Francisco Tsang, Antonio Alay, Rafa Martín Díaz, Jacobo Vargas, Borja de Madariaga, Daniel García Bruno, Juan Echeverría, Luis Baylón, Alejandro Lucadamo, Manuel Viola, Dan San, Paco Torres, Roberto Sánchez, Harry Fish, Paco Junquera, Juan Barte, Zaida Kersten, Manolo Yllera, Joan Tomás, Carlos Escolástico, Diego González-Ragel, Cano Erhardt, Isabel Muñoz, Leonor Benito de la Lastra, Fernando Bellver, Jordi Canosa, Mónica Sánchez-Robles, Ana de Miguel, Tate Velasco, Luis de las Alas, Rafa Sámano y Amador Toril por su extraordinaria generosidad. Haremos todo lo posible por estar a la altura de vuestro gesto.

Aunque las fotografías y las palabras se necesiten mutuamente, da la impresión de que la imagen está más cerca de la música que de la lengua

“Que cortas alas/ tras los sentidos/ tiene la razón”. Dante sigue resonando en su Divina comedia. También en esta galería de imágenes tan heterogénea: un viaje por mares y tierras insospechadas. Es cierto que no basta la mochila de la razón, que cuando se echa a dormir permite que los monstruos campen a sus anchas. Aunque las fotografías y las palabras se necesiten mutuamente, da la impresión de que la imagen está más cerca de la música que de la lengua. Hemos de ver para poder sentir y luego aplicar las palabras para descifrar lo sentido sin que la razón estrangule la emoción. Al contrario. Es la tristeza que a menudo asoma en las fotografías en blanco y negro, una tristeza que nadie parece querer invitar a su mesa. Como si fuera una sobrecarga de conciencia. Pero es la que reconozco en tantos fotógrafos que tienen una intuición aguda de en qué consiste la existencia. Como los ciegos de Ernesto Sabato. Ellos saben. Porque están en el misterio. Y si se resisten a dar explicaciones es porque en general son gente que prefiere decir haciendo, es decir, fotografiando: desde su ángulo, que no es inmóvil. Cambia la luz, cambia el enfoque, cambia la experiencia, cambia la memoria. Y por eso, dentro de su gran y a menudo convulsa belleza, les queda ese poso de tristeza que es el de la mera condición humana. No nos engañemos. Es bueno que nada dure para siempre. Por eso el afán de todo fotógrafo es detener el tiempo, dar la voz de alarma, para que comprobemos que la vida sí tiene sentido. A pesar de los pesares. Tal vez por eso las fotografías en blanco y negro potencien la lectura atenta del mundo: cuando el fotógrafo, sin ocultar su punto de vista con nosotros lo comparte, como se comparte un pedazo de luz. Esa es la conciencia moral de los fotógrafos. Con luz pintan. Con luz escriben. En blanco y negro la tristeza, la belleza de la realidad, sus claroscuros, se hace legible. Como si nos invitaran, silenciosamente, a escuchar el latido del mundo. Gracias.

 

Alfonso Armada

Presidente de la sección española de Reporteros Sin Fronteras

Madrid, febrero de 2021