Espejos contra la censura digital

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El control de Internet es una de las mayores obsesiones de dictaduras y regímenes totalitarios. Y en ello emplean los medios y recursos que hagan falta. Para hacerse una idea, China que ocupa el lugar 176 sobre 180 países en la Clasificación Mundial 2017 de Reporteros Sin Fronteras, es una de las mayores cárceles del mundo de internautas. Pekín ha perfeccionado su arsenal de medidas para reprimir a periodistas y blogueros a los que ya no asesina pero sí mantiene en prisión en condiciones infrahumanas que pueden comportarles la muerte.

En la misma categoría que China se agrupan otros países depredadores de la información como Irán, Omán o Burundi en los cuales el bloqueo de medios digitales independientes es una de las estrategias más empleadas para mantener a la sociedad desinformada de lo que ocurre dentro y fuera de sus fronteras. Estos, países junto con Bahréin, y Vietnam forman la lista de cinco estados enemigos acérrimos de Internet. En todos ellos se violan sistemáticamente los derechos humanos y la vigilancia contra las voces disidentes se refuerza año a año. Cabría incluir a Siria, inmersa desde hace siete años en una cruenta guerra civil, que de la mano de El Assad también fue martillo de internautas.

Los ataques por medio de softwares infectados contra los disidentes y sus redes se dirigen en estos países a la interceptación de comunicaciones con la consecuencia de numerosas detenciones de periodistas, opositores y simples usuarios de la red que terminan entre rejas, en el mejor de los casos.

China, mediante su “Gran Muralla Eléctronica” utiliza los sistemas más sofisticado del mundo, incluyendo a empresas privadas en los seguimientos a través de sus productos y herramientas para llevar a cabo violaciones de los derechos humanos. Lo mismo ocurre en Irán y otros países depredadores de Internet. Pero no sólo en estos. Por ejemplo, tres de las empresas a las que Reporteros Sin Fronteras dio en su momento el título de “Enemigos de Internet” se hallan en democracias que tradicionalmente se han jactado de defender la libertad de expresión y el libre flujo de información.  La ”NSA” –Agencia de Seguridad Nacional, por sus siglas en inglés-, en Estados Unidos; el “GCHQ” –Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno del Reino Unido, y el “Centro de Desarrollo Telemático” de la India no son mejores que sus homólogos de China, Rusia, Irán, Bahréin o Corea del Norte. En resumen, numerosos organismos de seguridad nacional se exceden en sus funciones en nombre de la lucha antiterrorista para censurar o espiar. Sucede en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y otras supuestas democracias consolidadas. Hasta  el núcleo de la propia Unión Europea, Alemania donde el gobierno promovió una ley que permite espiar  incluso a los profesionales medios de comunicación extranjeros. Un gran escándalo en su momento.

Hay que prestar atención a las prácticas de los enemigos de Internet que normalmente operan en la sombra. Algunos son auténticos especialistas en interceptar comunicaciones o bloquear contenidos, como ISIS World Terchnologiy against Crime, o Minipol, que trabajan no sólo para los gobiernos de Irán, China o Bahrein, también de otros occidentales como Francia.

La llamada “Primavera árabe” consagró en su momento el papel de la información en la Web, reforzando la creencia en los Estados represivos de la importancia de controlar las comunicaciones digitales. Dado que era imposible frenar la libre circulación de informaciones a escala global, los grandes depredadores de las libertades pusieron en pie la “vigilancia digital”, consistente en cerrar o bloquear páginas web o suprimir mensajes o censurar las cuentas de medios y periodistas. ¿Qué hacer?

Desde 2015, Reporteros Sin Fronteras lucha contra este tipo de censura mediante la operación “CollateralFredoom” con el fin de recuperar el acceso a medios de comunicación digitales censurados en sus países de origen. La operación se basa en “la técnica del espejo”, que consiste en utilizar los servicios de alojamiento de empresas como Fastly, Amazón, Microsoft y Google para crear duplicados o “espejos” de los sitios censurados. Los países “Enemigos de Internet” no pueden bloquear el acceso a estos sitios-espejo sin un impacto colateral sobre su propio acceso a los gigantes de Internet. De ahí el nombre de la operación “Libertad Colateral”.  Gracias a ella hoy se puede acceder en Turquía, por ejemplo, a webs anteriormente bloqueadas como “Özgürüz”, del periodista Can Dündar; o Azathaba en Turkmenistán; Meydan TV en Azerbaiyan; Doha News en Qatar, y ALQST en Arabia Saudí.

Con esta técnica RSF desbloqueó diez sitios en 2015, seis en 2016 y cinco en 2017. Este año, con ocasión del Día Mundial de la Censura en Internet, el 12 de marzo, se han recuperado el acceso a otros tres. Es decir que en los últimos tres años se han desbloqueado 24  sitios, entre diarios digitales y páginas web. Sólo en Burundi, Omán e Irán, tres medios de comunicación independientes seguirán existiendo gracias a la operación “CollateralFreedom”.

Con respecto a las tres últimas actuaciones de la “CollateralFreedom”, desde que comenzó 2018, se han desbloqueado y vuelven a estar disponibles en Internet, el semanario burundés “Iwacu”, uno de los últimos medios de comunicación libres del país, la revista digital “Mowatin” en Omán y la “Majzooban Nor”, única fuente de información independiente de la comunidad sufí en Irán y que estaba bloqueada en el país desde 2011.

Desgraciadamente, la operación “Collateral Fredoom”, tiene una enorme tarea por delante…

María Dolores Masana Argüelles

Expresidenta de Reporteros Sin Fronteras España y vocal de la Junta Directiva