Un año después de la caída de Kabul, Afganistán ha perdido a más de la mitad de sus periodistas

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Información exclusiva.

Reporteros Sin Fronteras (RSF) hace balance con cifras del panorama mediático en Afganistán, un año después de la llegada al poder de los talibanes. El estudio revela el cierre de un 39,59% de los medios del país, así como la pérdida del 59,86% de los periodistas, especialmente de las mujeres, cuya presencia ha desaparecido por completo en once provincias. Tres de cada cuatro profesionales de los medios ha perdido su empleo y todo en un contexto de una grave crisis económica y de una severa represión de la libertad de prensa.

Un año después de la caída de Kabul y de la instauración del Emirato Islámico de Afganistán, el balance que realiza Reporteros Sin Fronteras no deja lugar a dudas. El 15 de agosto de 2021, el país contaba con 547 medios de comunicación. Un año más tarde, 219 han cesado su actividad. De los 11.857 periodistas censados antes de la llegada de los talibanes, hoy solo quedan 4.759. Las mujeres periodistas son las principales víctimas de esta debacle: el 76,19% de ellas ha perdido su empleo.

“En Afganistán, el periodismo ha sufrido una auténtica hecatombe en tan solo un año. Medios y periodistas se encuentran bajo el yugo de legislaciones inicuas, que cercenan la libertad de prensa y abren la vía a la represión y la persecución”, afirma Christophe Deloire, secretario general de RSF. “Las autoridades deben comprometerse a acabar con la violencia y las presiones que padecen los profesionales de los medios y a dejarles hacer su trabajo sin preocupaciones”, añade.

Las mujeres periodistas, las más afectadas

Un claro símbolo de la aniquilación del periodismo afgano en los últimos doce meses es que las mujeres han desaparecido por completo de la esfera mediática en once provincias (Badghis, Helmand, Daikundi, Ghazni, Wardak, Nimroz, Nuristan, Paktika, Paktia, Samangan y Zabol) de las 34 que tiene el país. En todo el territorio afgano, había 2.756 periodistas y trabajadoras de medios de comunicación antes del 15 de agosto de 2021. Un año más tarde, solo quedan 656 en activo, de las cuales, el 84,6 % están ubicadas en la región de Kabul.

Doce meses después de la caída de Kabul, el 76,19% de las mujeres periodistas ya no ejerce su profesión en Afganistán. Las acusaciones de “inmoralidad o conducta contraria a los valores de la sociedad” son pretextos utilizados frecuentemente para presionar a las periodistas y enviarlas a casa. En línea con el discurso oficial del nuevo Emirato Islámico de Afganistán, esta visión tradicionalista se ha traducido en la obligación de las presentadoras de televisión de llevar un velo integral que cubra les todo el rostro.

“Ellas trabajan en condiciones física y psíquicamente violentas”

Refugiada en Pakistán, la periodista Bibi Khatrea Nehat explica a RSF las condiciones que la empujaron al exilio: “trabajé para Radio Hamseda, en la provincia de Takhar, durante siete años. Por supuesto, como todas las periodistas de provincias, especialmente las que trabajan en radio y televisión, padecí presiones. Varias veces incluso me amenazaron, pero al menos tuvimos la oportunidad de resistir y hacer nuestro trabajo”, relata. “El 8 de agosto de 2021, los talibanes entraron en la ciudad. Una de las primeras cosas que hicieron fue destruir los equipos materiales de los medios y cerrar sus sedes. Mi familia y yo salimos de nuestra casa y nos refugiamos en Kabul. Después de la caída de Kabul el 15 de agosto, ya no había esperanza. Tras permanecer un tiempo ahí, preferí dejar el país”, y añade: “actualmente, estoy en Pakistán en una situación aún más difícil económicamente y sin salida. Las embajadas no responden a nuestras solicitudes de visado. ¡Un año después, todavía seguimos olvidados por la comunidad internacional!”.

A pesar de este contexto dramático, algunas periodistas afganas siguen resistiendo, como Meena Habib, directora de la agencia RouidadNews en Kabul, quien prefirió quedarse en su país “para informar y defender los logros de las mujeres en los últimos veinte años”. Esta reportera, que creó su medio después del 15 de agosto de 2021, comparte su testimonio con RSF: “Las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres periodistas en Afganistán siempre han sido difíciles, pero hoy vivimos una situación sin precedentes. Las mujeres periodistas, aquellas que tienen la oportunidad de ejercer su profesión, encima trabajan por un salario miserable. ¡Cumplen con su deber de informar con el estómago vacío! Trabajan en condiciones física y psicológicamente violentas y agotadoras, sin ningún tipo de protección. ¡Hoy, todas las asociaciones que defienden los derechos de los periodistas están formadas solo por hombres y trabajan para hombres!”.

El 59,86% de los periodistas ya no ejerce en Afganistán

Toda la comunidad periodística se ha visto afectada por el cambio de régimen. En un año, Afganistán ha perdido a 7.098 profesionales de los medios. Los hombres no se salvan: el 54,52% de ellos se ha quedado sin trabajo.

De los 9.101 hombres que ejercían el periodismo en Afganistán antes de la caída de Kabul, 4.962 han dejado de ejercer. Este descenso del número de periodistas se correlaciona con el desplome del número de medios en todo el país, en un contexto de represión creciente y grave crisis económica.

Afganistán ha perdido 39,59% de sus medios en un año

El panorama mediático se ha visto muy afectado por la llegada al  poder de los talibanes. Desde el 15 de agosto de 2021, el país ha perdido 219 medios, de los 547 que tenía. En el mismo período, tan solo se han creado cuatro. Las provincias con mayores descensos en el número de medios (más del 50%) son las de Balkh, Bamyan, Panshir, Parwan, Takhar, Herat y Faryab.

La región de Kabul, en el centro del país, que concentraba el mayor número de medios (133), también ha sufrido de lleno el impacto del cambio de régimen y ha perdido casi la mitad de sus medios de comunicación. Solo quedan 69 operativos.

En algunas provincias, la obligación de sustituir programas musicales o informativos por programas religiosos ha llevado a ciertos medios a dejar de emitir. Pero, también influyen nuevos condicionantes económicos, como el cese de las ayudas nacionales o internacionales y la caída de los ingresos publicitarios, en un contexto de severa crisis económica. Todos estos factores han llevado al cese de la actividad de determinados medios. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Afganistán ha sufrido una pérdida de 700.000 puestos de trabajo y el 97% de los afganos corre el riesgo de caer por debajo del umbral de la pobreza, en 2022. Estos agravantes económicos se suman a las regulaciones represivas y al incumplimiento de la ley sobre la libertad de prensa.

La libertad de prensa, bajo el yugo de los talibanes

El 22 de julio de 2022, el líder supremo de los talibanes, el mulá Haibatullah Akhundzada, emitió un nuevo decreto que establece que “la difamación y las críticas infundadas a los funcionarios del gobierno”, así como la “difusión de noticias y rumores falsos”, están prohibidas en el Islam, y que aquellos que “ calumnien” a los empleados del gobierno están colaborando sin saberlo con los enemigos y serán “castigados”. Esta decisión del más alto responsable del Emirato Islámico de Afganistán demuestra la voluntad de reprimir la libertad de prensa en el país.

Este decreto se suma a otras normas dictadas por distintas instituciones talibanes, que restringen la actividad periodística, so pretexto de concretar las reglas relativas a la libertad de información en Afganistán. Anunciadas el 19 de septiembre de 2021 por el Centro de Información y Medios del Gobierno (GMIC), las “Once Reglas del Periodismo” ya supusieron un primer paso para abrir la puerta a la censura y la persecución de periodistas. Entre otras medidas, ese texto ambiguo establece que los asuntos que “tengan un impacto negativo en el ánimo del público y que puedan afectar a la moral de las personas deben ser tratados con cuidado durante su emisión“, y que los medios deben preparar “informes detallados en coordinación con el GMIC”, sin más detalles. El decreto del 22 de noviembre de 2021 del Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Represión del Vicio -responsable de garantizar el cumplimiento de la Sharia en el espacio público y aplicar la Ordenanza del Bien y la Prohibición del Mal (una prescripción coránica)- pide, además, a los periodistas que no entrevisten ni inviten a sus espacios a comentaristas que puedan criticar al régimen. Por su parte, el decreto del Ministerio de Información y Cultura del 28 de marzo de 2022, prohíbe la redifusión de los informativos televisivos de los medios internacionales VOA, BBC y Deutsche Welle en el idioma local por canales privados.

Todos estos decretos contravienen la Ley de Prensa, promulgada en marzo de 2015. En febrero de 2022, el portavoz del Emirato Islámico de Afganistán y viceministro de Publicaciones del Ministerio de Información y Cultura, Zabihullah Mujahid, confirmó a RSF que esta ley de prensa todavía estaba oficialmente en vigor y seguía siendo aplicable.

Ataques a periodistas y detenciones arbitrarias

Durante el último año, esta nueva situación jurídica se ha traducido en un aumento de la censura y la autocensura en los medios de comunicación, así como en un incremento de las detenciones arbitrarias de periodistas.

 Desde el 15 de agosto de 2021, al menos 80 periodistas afganos han sido arrestados en el país y desde principios de año, los servicios de inteligencia (Istikhbarat) han estado involucrados en la mayoría de las detenciones arbitrarias de periodistas, la mayoría de ellas, violentas.

Acusados ​​de socavar la seguridad del Estado, tres periodistas se encuentran actualmente encarcelados en Afganistán y solo uno ha sido juzgado. El 7 de mayo de 2022, Khalid Qaderi, poeta y periodista de la emisora de radio Norroz, fue condenado a un año de prisión por un tribunal militar. Mirza Hassani, periodista y propietaria de la emisora Aftab, en la provincia de Daikundi, y Abdul Hanan Mohammadi, periodista de la agencia de noticias Pajhwok, en Kapisa, fueron detenidos el 22 de mayo y el 12 de junio de 2022, respectivamente, y continúan en la cárcel a la espera de juicio.

 Desde el 15 de agosto de 2021, RSF también ha contabilizado al menos 30 casos de periodistas que han sido víctimas directas de violencia por parte de la policía, en el desempeño de sus funciones.

 Contactado por RSF, el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, no ha respondido a nuestras preguntas.

Por su parte, los líderes de las nuevas organizaciones de periodistas creadas bajo la égida de los talibanes -que forman parte de la Federación de Periodistas y Medios de Afganistán- destacan los avances en sus negociaciones con el Gobierno. Señalando el problema económico como el más importante, Hafizullah Barakzai, director del Consejo de Periodistas de Afganistán, considera que el número de agresiones “ha disminuido en comparación con los últimos años, a pesar del aumento de las amenazas en los primeros meses posteriores al 15 de agosto”. El director de la Organización de Medios de Afganistán, Abouzar Sarem Sarepole, cree, por su parte, que las cifras de detenciones arbitrarias de periodistas difieren según las organizaciones, porque “algunas no especifican el motivo de la detención“, y que “algunos periodistas no han sido detenidos por sus actividades periodísticas”. Ambos consideran que el restablecimiento de la Comisión de Verificación de Delitos contra los Medios, que esperan se materialice en breve, puede evitar detenciones arbitrarias e injerencias de diferentes actores en los asuntos de la prensa. Este órgano, contemplado en el artículo 34 de la Ley de Prensa de 2015, es el responsable de examinar los casos de periodistas acusados ​​de delitos antes de que sean enviados a la justicia.

Zia Bumia, exiliado en Francia y antiguo miembro de la Federación de Periodistas y Medios de Afganistán (en su forma previa al ascenso de los talibanes) no comparte este análisis. El periodista cree que esta Comisión de Verificación de los Delitos de los Medios no podrá ser realmente eficaz por cuanto carecerá de representantes de la Comisión Independiente de los Derechos Humanos, suspendida por los talibanes.

“El reconocimiento de la Ley de Prensa de 2015 es un gran paso adelante para los periodistas en Afganistán”, reconoce, protegido por el anonimato, un periodista residente en Kabul que trabaja para un medio nacional. Sin embargo, considera que no será suficiente para proteger a los periodistas en Afganistán, “ahora que la situación se ha deteriorado”. “La mitad de los periodistas se ha ido del país, la mayoría de los medios que continúan con su actividad están en una situación económica catastrófica y probablemente echen el cierre. La presión sobre los medios y la censura oficial son sofocantes”, prosigue, “y la situación es aún peor en las provincias que en Kabul. ¡Más que una ley, necesitamos una voluntad de ayudar a los medios y de respetar la libertad de prensa al más alto nivel del poder, más allá del Ministerio de Información y Cultura!”, exclama.

En 2012, Afganistán se situaba en el puesto 150 de los 179 países analizados en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de RSF. Nueve años después, en vísperas de la toma de Kabul por los talibanes, el país había remontado hasta el puesto 122 y gozaba de un panorama mediático dinámico. En 2022, Afganistán ha perdido a más del 40% de estos medios y a la mitad de sus periodistas, y se ha desplomado hasta el puesto 156 de los 180 países de la Clasificación.

Más información, con material gráfico (inglés).

 

Metodología

Los datos presentados en esta publicación fueron recopilados entre el 5 y el 28 de julio de 2022 por RSF, con la colaboración de la Asociación Independiente de Periodistas en Afganistán – AJIA. Las dos organizaciones censaron, primero, los medios establecidos en cada provincia, antes del 15 de agosto de 2021, fecha de la llegada de los talibanes a Kabul. El mismo trabajo se hizo casi un año después. Las oficinas locales de medios nacionales e internacionales ubicadas en una provincia se han contabilizado como un solo medio. Sin embargo, los cuatro nuevos medios creados en este período no se han tenido en cuenta en los cálculos. En cada uno de los medios, se ha identificado el número de profesionales (periodistas y otros trabajadores), y desglosado por sexo (mujeres y hombres).