INDIA | 100 días de crisis en Cachemira, un agujero negro para la información

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Reporteros Sin Fronteras publica una serie de vídeos con corresponsales locales de la zona india del valle de Cachemira con motivo del cumplimiento de 100 días de bloqueo total de todas las comunicaciones.

«Imagine a un periodista despertándose sin internet, sin red móvil de teléfono, e incluso sin red de teléfono fijo», explica Peerzada Ashiq, corresponsal en Srinagar del diario The Hindu. Es la experiencia que comparten todos los reporteros de este valle del Himalaya desde el 5 de agosto.

El bloqueo de las comunicaciones impuesto por el gobierno de Nueva Delhi coincidió con su revación del artículo 370 de la Constitución india de 1947 que garantiza un grado de autonomía a los estados de Jammu y Cachemira. El conflicto que ha convertido a la zona en uno de los territorios más militarizados del mundo.

«Para nuestra era, para mi generación, es el evento más importante en la historia», asegura Faisal Yasin del diario Rising Kashmir. «No tenemos forma de cubrirlo, es realmente terrible».

«Este periodista demuestra las condiciones en las que intentan trabajar los medios de comunicación», afirma Danil Bastard, responsable de la oficina Asia – Pacífico de Reporteros Sin Fronteras. «Sus historias son chocantes. La obstrucción tecnológica, la vigilancia, la intimidación y las detenciones están todas diseñadas para garantizar que sólo se difunda la versión de Nueva Delhi. La población del valle de Cachemira lleva 100 días enterrada en un agujero negro informativo. La situación es una desgracia para la democracia india», añade.

«Edad de piedra»

El trabajo periodístico está obstaculizado desde el primer día. «No puedes llamar a nadie y no puedes salir por el toque de queda», cuenta Bashrat Masood, reportero de The Indian Express. «E incluso cuando consigues escribir un artículo, no tienes forma de que se publique».

Para salvar las apariencias, el gobierno indio dice que hay un «Centro de Facilitación de Medios» en Srinagar. «Sólo hay cuatro ordenadores y una red fija. No hay conexión wi-fi». Las autoridades quizás doblen el número de sistemas, de modo a que haya ocho ordenadores. Para informar de los eventos de la región a una población de ocho millones de habitantes cabría esperar un mayor nivel de «facilitación».

«Cuando llegas al Centro de Facilitación de Medios tienes que esperar tu turno», explica Ashiw. «A veces esperas tres o cuatro horas». Cada periodista tiene 15 minutos con el ordenador. «Imagina completar un periódico, un periódico entero de 12 páginas, en un cuarto de hora. Es algo que normalmente lleva 24 horas, es simplemente imposible».

«Humillante»

No hay ningún respeto a la confidencialidad del trabajo de los periodistas y sus fuentes en el centro. «Es bastante humillante porque la pantalla de tu ordenador está visible a los otros 20 periodistas que esperan mientras tu tienes que escribir un mensaje muy privado», continúa Ashiq. Parvaiz recuerda el día que escribía un mensaje a un editor y un periodista le tocó en el hombro para corregirle un error de escritura. «Es un ejemplo muy concreto de dónde ha quedado reducida la confidencialidad».

Los periodistas que se ven forzados a usar el centro no se hacen ilusiones. «En cuanto anunciaron la creación del centro supimos que todo el contenido que entra o sale de Cachemira estaría vigilado de cerca», lamenta el freelance Hilal Mir. «Es obvio que [las autoridades] tienen acceso a todos los detalles de las personas que utilizan su internet», añade Bazaz.

Reporterismo arriesgado

Informar sobre el terreno es igualmente peligroso. «Pronto oímos hablar de violaciones de los derechos humanos, pero es muy difícil comprobar la información en ausencia de comunicaciones y redes», explica Ashiq. «Los reporteros con sede en zonas prohibidas o rurales no tienen forma de enviar sus historias a los medios para los que trabajan. Así que no hay manera de saber lo que está pasando a menos que vayas allí», añade Bazaz. «Pero los periodistas que intentan visitar localidades se encuentran con el bloqueo de los puestos de control de paramilitares y el trato abusivo de las fuerzas de seguridad que han ocupado toda la región».

«Tuve un encuentro con la policía», afirma Bhat. «Un policía empezó a gritarnos. Quería saber si íbamos a filmar. Le pregunté qué pasaría si filmábamos y me dijo que aplastaría nuestra cámara». El enfadado intercambio terminó con una amenaza del agente: «será mejor que os vayáis ahora antes de que se ponga realmente feo».

«Asustados en el silencio»

Este episodio es típico de la forma de actuar de las autoridades hacia los periodistas. «El primer día detuvieron a varios periodistas, anunciando que algunos estarían detenidos una hora o dos», cuenta Ashiq. «El Gobierno probablemente quería mandar un mensaje a todo el gremio, avisar que nos vigilan de cerca. Lo que somos, lo que escribimos y para quién trabajamos».

«Había rumores que apuntaban a la elaboración de una lista negra de 130 periodistas que podrían ser detenidos. Así que los periodistas estaban muy asustados. Asustados en el silencio», cuenta Mir. «No sabemos exactamente cuánto reporteros fueron detenidos», lamenta Anis Zarga, corresponsal de la web NewsClick. «Sólo lo sabremos cuando se levante el bloqueo de las comunicaciones».

«Líneas rojas»

Esta incertidumbre ha tenido un gran impacto en los periodistas, especialmente aquellos que están en el terreno. Zargar, por ejemplo, intentó verificar las informaciones de torturas en Shopian, un distrito a 50 km de Srinagar. «De una forma sientes miedo, ansiedad. Me di cuenta de que podía pasarme cualquier cosa y no podría advertir a nadie. No podría llamar a nadie. Esta es una de las principales razones que llevan a algunos periodistas a la autocensura».

«Creo que el Gobierno se ha molestado mucho en hacernos entender lo que podría pasarnos si cruzamos las líneas rojas. O nos ordenan que reportemos a una comisaría o utilizan otras formas indirectas de amenazas».

«Monólogo»

Vigilancia, intimidación, amenazas, detenciones… todo vale para acosar a la prensa de Cachemira y a los medios de comunicación, que tienen que tener mucho cuidado. El resultado es que ya no hay diversidad de opinión. «Hay temas en los que el periódico evita meterse sin que se lo haya dicho el gobierno. Por ejemplo, ya no se publican editoriales», revela Yasin.

«Si los periódicos dejan de publicar editoriales, se autoexcluyen de expresar sus opiniones políticas sobre ciertos temas», lamenta Ashiq. «Y eso demuestra que determinada opinión se ha eliminado de los periódicos. Así que es una forma de monólogo la del Gobierno, que no quiere un debate de pros y contras sobre su derogación del artículo 370».

Sufriendo

Esta situación desconcertante se alarga ya 100 días sin que haya ninguna mejora real. «Hemos intentado constantemente resolver todos estos problemas con el Gobierno», asegura el secretario del club de prensa de Cachemira, Ishfaq Tantry. «Nos hemos reunido con autoridades a todos los niveles sin éxito. Los periodistas siguen sufriendo».

India ocupa actualmente el puesto 140 de los 180 países que conforman la actual Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada anualmente por Reporteros Sin Fronteras. Es previsible que retroceda notablemente varios puestos en la próxima clasificación por la situación del valle de Cachemira.

Consulta más información sobre India en el Informe Anual elaborado por RSF-España.