Muro de silencio

0
3023

[Yolanda Sobero escribe sobre el Sáhara Occidental en el Blog de RSF España]

Búsquelo en la imagen satélite de Google Maps. Una línea que une distintos puestos cercados a lo largo de más de 2.700 kilómetros que acotan las fronteras oriental y meridional de las “provincias del Sur”, el Sáhara Occidental controlado por Marruecos. Esa línea es un muro de arena, bien armado y sembrado de minas, que, desde 1987, divide el territorio de la que fuera la provincia 53, el antiguo Sáhara español.

Ese muro militar encierra otro muro no declarado que no aparece en mapa alguno. Es el muro de silencio. El primero cierra el paso de un lado y otro del territorio del Sáhara Occidental. El segundo pretende acallar las voces de los saharauis y condena y castiga cualquier postura, reivindicación o alegato que cuestione uno de los pilares del régimen alauí, la ‘marroquinidad’ del Sáhara. Los principios esenciales del Reino (Islam, Monarquía, Familia Real e “incitar contra la integridad territorial de Marruecos”) son las grandes “líneas rojas” y cualquier objeción es un delito castigado por el Código Penal.

Este muro de silencio es radicalmente contrario a la libertad de expresión y de información. Controla, condiciona y censura cualquier tarea informativa, interior o exterior. Persigue los intentos de los saharauis de contar lo que sucede en su tierra, en la que, salvo adhesión a Rabat, son discriminados. Pone trabas y también impide los intentos desde el exterior de conocer la realidad de este territorio.

Podríamos contar con facilidad los periodistas extranjeros, parlamentarios, observadores de derechos humanos expulsados por las autoridades marroquíes. Viajes frustrados que evidencian que algo sucede, y no bueno, dentro de los muros del Sáhara.

Informar sobre el Sáhara Occidental no es fácil, pero menos desde dentro. Es una labor de gran riesgo para los empeñados en ejercer, desde dentro, los derechos de expresión e información, derechos humanos fundamentales. Los comprometidos con el ‘periodismo ciudadano’, los dispuestos a registrar, a difundir, a denunciar lo que sucede en la zona y a brindar su testimonio y ayuda a los periodistas extranjeros, se arriesgan a ser detenidos, golpeados, perseguidos, condenados.

La última vez que el Sáhara Occidental ocupó la portada de los medios españoles fue en noviembre de 2010, cuando las fuerzas de seguridad desmantelaron a la fuerza el campamento de Gdeim Izik, en el que se concentraron miles de saharauis para protestar por sus condiciones de vida.  Mucha menor atención recibieron las duras condenas que la justicia marroquí ha ratificado a varios activistas saharauis que participaron en la protesta: ocho cadenas perpetuas y otras once penas que van desde los 20 a los 30 años de prisión.

A veces, el problema no es el número de noticias relacionadas con el Sáhara que publican los medios, sino su precisión. A veces, se nos olvida que en el Sáhara Occidental, en el que gobierna sin cortapisas Rabat, está presente, desde 1991, una misión de la ONU (MINURSO, Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental) que se limita a vigilar el alto el fuego, incapaz de cumplir su cometido esencial, ese referéndum que permitiría a los saharauis ejercer su derecho de autodeterminación. Se nos olvida que, al margen de las simpatías e intereses de cada cual, cualquier gobierno y control del territorio, cualesquiera que sean las razones que se esgriman, no será legítimo hasta que los saharauis puedan decidir libremente. Se nos olvida que en el Sáhara Occidental se conculcan los derechos humanos recogidos en la Declaración Universal, entre ellos el 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Yolanda Sobero es reportera internacional en TVE.

Ha recorrido todo el mundo denunciando injusticias sociales.

Experta en Magreb y Sáhara Occidental, territorio que ha visitado en numerosas ocasiones]