Casi 20 periodistas han sido detenidos o heridos durante los quince días de protesta contra el aumento en los precios del transporte y el mal estado de los servicios públicos. Si la mayoría de estas agresiones, a veces acompañadas de detenciones, son imputables a las fuerzas de la policía militar, algunos manifestantes también han demostrado su hostilidad hacia los periodistas. Dichos movimientos, alimentados por las redes sociales, también ampliaron sus consignas, incluyendo el cuestionamiento del modelo dominante de los medios de comunicación.
“Se permite la crítica de los medios de comunicación y su cobertura. No se permiten expresiones de odio contra periodistas y mucho menos abocarlos al peligro físico. En su ambición de llevar un debate social, donde se juega también la relación entre los ciudadanos y el espacio de los medios de comunicación, la protesta no debe caer en situaciones peligrosas para el ejercicio de las libertades públicas. El derecho a informar, como el derecho a manifestarse, está garantizado por la Constitución democrática de 1988. Los periodistas deben ser capaces de cubrir el movimiento sin temer por su integridad física”, ha declarado Reporteros Sin Fronteras.
Después de una pausa durante la jornada del 17 de junio, la violencia y los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad se reanudaron en intensidad al día siguiente, especialmente en Río de Janeiro y São Paulo. Esto, a pesar de la postergación de los aumentos de tarifas de transporte público, que había desencadenado la protesta.
En Sao Paolo, Caco Barcellos del canal TV Globo (del grupo de prensa que lleva el mismo nombre, el primero del país) sufrió la condena de cientos de manifestantes que intentaron expulsarle al grito de “manipulador”, según la agencia France Press.
Poco después, cerca del Ayuntamiento, un grupo de manifestantes radicales tiraron piedras a la furgoneta de TV Record (segunda cadena del país).Tras vaciar el vehículo, fue incendiado.
Al final de ese mismo día, Rita Lisauskas, de la Cadena de TV Bandeirantes fueron agredidos con vinagre en la cara en medio de gritos hostiles hacia los principales medios de comunicación nacionales. Los acusaban de “partidarios y sensacionalistas”. Como medio de precaución algunos periodistas mostraban sus credenciales.
A pesar de los llamamientos a la calma y a la movilización de la mayoría de los sindicatos y de organizaciones brasileñas e internacionales defensoras de la libertad de información, la violencia desatada contra los periodistas por parte de las fuerzas del orden sigue siendo frecuente.
En Niteroi, cerca de Río de Janeiro, Vladimir Platonow de la Agencia Brasil, fue golpeado con porras por los guardias de seguridad de la estación de tren local cuando escaba de la Policía Militar.
Horas más tarde, en la misma ciudad, el cámara Murilo Azevedo, del grupo público Empresa Brasil de Comunicaçao fue herido por granadas de gases lacrimógenos de la Policía Militar. El 20 de junio, frente al Ayuntamiento, una bala de caucho disparada por un policía impactó en la cabeza del periodista Pedro Vedova de GloboNews.
