CLASIFICACIÓN MUNDIAL 2019 | Magreb: Los periodistas sufren múltiples presiones

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CONTENIDOS | CLASIFICACIÓN 2019 DE RSF


Magreb: Los periodistas sufren múltiples presiones

Entre los largos procesos judiciales en Marruecos, las presiones –en ocasiones violentas– ejercidas por las milicias armadas en Libia y los numerosos juicios emprendidos en Argelia, los periodistas de África del Norte suelen desempeñar su trabajo en un ambiente hostil y afrontan grandes dificultades para cumplir con su misión de ofrecer una información independiente. Una notoria excepción es Túnez, que avanza de manera significativa en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa.

En el Magreb, el periodismo es puesto a prueba rudamente por la clara voluntad de los dirigentes políticos de controlar la prensa y de atacar a los periodistas que investigan temas delicados, como la corrupción, o que cubren las protestas de la población. En esta región, Túnez es una excepción, ya que es el único país que continúa su transición hacia la democracia tras las sublevaciones de las primaveras árabes. En la edición 2019 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras (RSF), Túnez escala 25 puestos y pasa de la posición 97 a la 72.

Este avance se explica, sobre todo, por la gran disminución de las agresiones a periodistas y medios de comunicación en el país. El compromiso de Túnez con la democratización también se vio reflejado cuando el país apoyó la iniciativa por la Información y la Democracia emprendida por RSF en noviembre de 2018 en el Foro de París sobre la Paz. No obstante, para que Túnez continúe con esta dinámica, que confirma la consolidación de su joven democracia, aún debe superar algunos desafíos. El más inmediato es la creación (en mayo de 2019) de la nueva instancia de comunicación audiovisual (ICA), conforme a los estándares internacionales de libertad de información.

El obstáculo de la judicialización

Con excepción de Túnez, en los demás países de la zona han aumentado los procesos judiciales contra editores y directivos de medios de comunicación. En Marruecos (135º), dos largos y emblemáticos procesos muestran la voluntad del Estado de seguir presionando a la prensa. Ali Anouzla, editor del diario digital Lakome2, y Maati Monjib, presidente de la Asociación Marroquí de Periodismo de Investigación (AMJI, por sus siglas en francés), se enfrentan desde hace más de cinco años y cerca de cuatro años, respectivamente, a procesos judiciales por “hacer apología del terrorismo”, “incitar a cometer actos terroristas” y “atentar contra la seguridad del Estado”, cuando lo único que han hecho es ejercer su profesión.

La creciente judicialización para presionar a los periodistas también se observa en Argelia (141º), que baja cinco puestos en la Clasificación. A finales de 2018 los reporteros y los medios de comunicación del país sufrieron una ola de procesos judiciales sin precedentes. Abdou Semmary Merouane Boudiab, redactor en jefe y colaborador de Algérie Part, respectivamente, así como Adlène Mellah, director de los medios digitales Algérie Direct y Dzair Presse, fueron detenidos por “difamación” y “reunión ilegal”. Aunque poco después fueron puestos en libertad, se enfrentan a penas de prisión condicional. Una espada de Damocles que amenaza a los profesionales de la información que intentan cubrir las manifestaciones que se registran en el país desde enero de 2019, que se han vuelto víctimas de detenciones arbitrarias.

En Libia (162º), el proceso por “difamación” emprendido en octubre de 2018 contra el periodista Mokhtar al Hallak tuvo mucho eco y generó un clima de miedo entre la prensa. Se trata de un mensaje apenas velado a los periodistas libios, que se enfrentan a la completa impunidad de los depredadores de la libertad de información. Cada vez son más los que se autocensuran o que optan por el exilio. Desde hace ocho años, el país afronta una crisis política y la situación de inseguridad no deja de agravarse. El estado de derecho vacila, minado por las numerosas milicias armadas que asolan al país, volviendo peligroso, e incluso imposible, el trabajo de  los periodistas.