CLASIFICACIÓN 2021 | La UNIÓN EUROPEA sufre para defender sus valores en su propia casa

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Europa sigue siendo el continente más propicio para la libertad de prensa, a pesar del aumento de las agresiones contra los periodistas. Pero los mecanismos de protección de las libertades con los que cuenta la Unión Europea (UE) también son lentos a la hora de frenar el dominio del régimen de Viktor Orbán sobre los medios de comunicación o para frenar las disposiciones liberticidas de otros países de Europa central.

El continente europeo en su totalidad se ha empleado a fondo en la lucha contra la pandemia de Covid-19, pero solo algunos países de la zona -entre ellos Noruega (1º), Finlandia (2º) y Suecia (3º, +1), los tres primeros de la Clasificación- pueden enorgullecerse de haber defendido la libertad de prensa con el mismo vigor. Aunque la información confiable se ha consolidado como una herramienta indispensable en la lucha contra el coronavirus, se han registrado violaciones del derecho a la información en varios países de Europa. Así fue como el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, logró completar la transformación de su país en un verdadero contramodelo europeo en materia de libertad de prensa. (Ver recuadro más abajo).

Los periodistas frente la desinformación y los secretos de Estado

Tanto al este como al oeste del continente, las nuevas legislaciones que restringen el derecho a la información han facilitado las detenciones de periodistas. Varios países han tratado de limitar el impacto de la información sobre temas delicados como la crisis del coronavirus.

En Serbia (93º), la periodista Ana Lalić fue brutalmente detenida en su casa después de hacer un reportaje sobre un hospital que luchaba contra la pandemia de Covid-19: no había tenido en cuenta el decreto que exigía que cualquier información sobre la crisis sanitaria debía pasar por la unidad gubernamental que centralizaba el asunto. En la misma línea, en Kosovo (78º, -8), la directora del medio digital KoSSev, Tatjana Lazarević, fue detenida de forma arbitraria en la calle mientras cubría los efectos de la crisis sanitaria.

Dentro de la Unión Europea, la cuestión migratoria también se ha revelado como un asunto espinoso. En Grecia (70º, -5), las autoridades han detenido a periodistas, a veces de forma violenta, para evitar que entraran en contacto con migrantes. Con el mismo objetivo de limitar la cobertura del tema migratorio, las autoridades en las islas Canarias, en España (29º), han optado por diversas formas de obstrucción: reteniendo información sobre los lugares de desembarco de migrantes, poniendo obstáculos físicos para estorbar en el campo de visión de los fotógrafos y estableciendo protocolos de seguridad, entre otros.

En el Reino Unido (33º, +2) se ha observado otro tipo de percance para el periodismo. La decisión de la juez británica de no extraditar a Estados Unidos al fundador de Wikileaks, Julian Assange, por problemas de salud mental y no basándose en la protección de la información, es un golpe directo al periodismo de interés general, al igual que el hecho de que lo tengan detenido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, donde su salud física y mental continúa deteriorándose.


HUNGRÍA (92º, -3) | Cerco a la información sobre el coronavirus

En Hungría, la legislación de emergencia vigente desde marzo de 2020, que ha cambiado de nombre pero no de alcance, continúa criminalizando la difusión de “información falsa” sobre el coronavirus y bloqueando el acceso a la información. Los periodistas y sus fuentes sufren, por un lado, el efecto de la autocensura y, por otro, la prohibición de informar en los hospitales. Cuando unas 30 redacciones pidieron el levantamiento de este embargo de información en una carta abierta en marzo de 2021, se encontraron con la negativa del gobierno, que acusó a los medios independientes de difundir desinformación, delito que se castiga con sanciones penales. Los medios extranjeros han sido víctimas de una campaña de intimidación. El régimen de Viktor Orbán también ha seguido censurando a los medios independientes como el digital Index, donde casi todos sus periodistas dimitieron después de caer bajo control de hombres cercanos al primer ministro, o como la radio Klubrádio, que perdió su licencia de emisión por causas administrativas triviales. La UE, por su parte, parece impotente. El procedimiento de sanciones contra Hungría por socavar el Estado de derecho no avanza y el nuevo mecanismo establecido, que pone como condición para acceder a fondos europeos que se respete el Estado de derecho, no tiene en cuenta la libertad de prensa.



Países que bloquean el periodismo

Hungría, que asume sin complejos su opción política de suprimir las libertades de prensa y de expresión, inspira a ciertos Estados miembros de la Unión Europea y da un mal ejemplo a los países candidatos. Las primeras víctimas de esta política agresiva son los medios públicos de los países vecinos. O se transforman en órganos de propaganda gubernamental, a semejanza que la TVP en Polonia (64º, -2), o se ven privados de fondos estatales si se niegan a seguir la línea política del gobierno, como ocurre con la agencia de prensa STA en Eslovenia (36º, -4). Por su parte, los medios privados están expuestos a presiones fiscales, comerciales y legislativas. En Polonia, lo atestiguan la “repolonización” de la prensa, que se tradujo en un plan para gravar con un impuesto los ingresos publicitarios, la recompra de medios locales por parte de una empresa controlada por el Estado, y un proyecto de regulación política de las redes sociales. Algunos países que aspiran a integrarse en la UE también recurren a la presión judicial: el gobierno de Albania (83º, +1) ha tomado el control de dos canales independientes con el pretexto de que su propietario está procesado por tráfico de drogas. Mientras que en Montenegro (104 º, +1 ) la fiscalía sigue adelante en su causa judicial contra el periodista de investigación Jovo Martinović con acusaciones infundadas.

La impunidad, una amenaza que eleva el riesgo de la profesión periodística

Que no se haga justicia por los crímenes contra los periodistas, un problema especialmente en el sudeste de Europa, puede tener un efecto nefasto en los profesionales de la información y promover la autocensura. Esta impunidad es particularmente flagrante en Eslovaquia (35º, -2), donde el juicio por el asesinato de Jan Kuciak se ha visto marcado por la absolución del hombre acusado de haber ordenado que este periodista fuera eliminado.

En Malta (81º), solo uno de los ejecutores fue condenado en 2020 por el asesinato de Daphne Caruana Galizia. Los procesos judiciales interminables contribuyen a esta impunidad: los tribunales serbios han apelado contra las condenas por el asesinato del periodista Slavko Ćuruvija, dando lugar a un nuevo juicio, 21 años después de su muerte. La incapacidad de los Estados para proteger a los periodistas amenazados también contribuye a esa sensación de inseguridad. En Bulgaria (112º, -1), Nikolay Staykov solo pudo beneficiarse de la protección policial después del llamamiento público de RSF.

Odio e incomprensión hacia periodismo: el riesgo de cubrir una manifestación

La violencia no solo se dirige contra los periodistas de investigación, sino también hacia quienes cubren las manifestaciones. Los medios de comunicación han sido los objetivos de personas cercanas a movimientos extremistas y de conspiracionistas durante las protestas contra las restricciones sanitarias en Europa occidental. En Alemania (13º, -2) e Italia (41º) fueron agredidos muchos periodistas, mientras que otros países, entre los que destaca Grecia, se toparon con la violencia de la policía y las detenciones arbitrarias, lo que limitó la cobertura durante las operaciones para mantener el orden durante las manifestaciones. En Francia (34º), estas infracciones tuvieron lugar sobre todo durante las manifestaciones contra el nuevo plan nacional para mantener el orden y el proyecto de ley de “seguridad global” que prevé limitar la difusión de imágenes de las fuerzas del orden.

También se han observado casos de violencia policial en la parte oriental de la UE, en particular en Polonia, donde muchos periodistas han sido atacados o detenidos durante las protestas contra el gobierno. Y en Bulgaria, país en el que las autoridades han llegado al extremo de negarse a investigar la violencia policial contra el periodista Dimiter Kenarov. Esta tendencia la confirma las agresiones contra periodistas en Serbia, país que aspira a unirse a la UE. Estos ataques han contribuido a un deterioro muy acusado del indicador de “Agresiones” en la zona de la UE y los Balcanes. En el Viejo Continente los actos violentos ascienden a más del doble, mientras que a nivel mundial ese deterioro aumenta en un 17%.