ARABIA SAUDÍ | Cuatro años después de orquestar el asesinato de Khashoggi, el exasesor del príncipe saudí continúa impune

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Cuatro años después del brutal asesinato del columnista saudí Jamal Khashoggi, ninguno de los 26 hombres implicados en su muerte han enfrentado castigo alguno. El hombre acusado de dirigir el asesinato, Saud al-Qahtani, nunca ha comparecido ante un tribunal. Alejado de la vida pública desde 2019, el nombre del exasesor real ha reaparecido en las redes sociales del Reino, en medio de informes que insinúan su inminente regreso al Gobierno, actualmente encabezado por el príncipe heredero Mohammed Bin Salman. 

«Desde el asesinato de Jamal Khashoggi en 2018 y los subsiguientes juicios fallidos a sus asesinos en Arabia Saudí y Turquía, ha quedado claro que no se logrará ninguna responsabilidad en estos países», denuncia el Área de Oriente Medio de Reporteros Sin Fronteras (RSF). «Otros mecanismos de enjuiciamiento y rendición de cuentas son más urgentes que nunca. Este es el motivo por el que RSF está buscando nuevas vías legales en otras jurisdicciones, a fin de garantizar justicia para Khashoggi y lanzar una clara señal de que la impunidad ante crímenes atroces contra periodistas no será tolerada en ningún lugar». 

«Traedme la cabeza del perro». Con estas palabras pronunciadas a través de Skype, Saud al-Qahtani habría ordenado el asesinato de periodista saudí, Jamal Khashoggi, el 2 de octubre de 2018.

Una vez que los detalles del crimen comenzaron a salir a la luz en 2018, el nombre de al-Qahtani se identificó como el del hombre que había planeado y organizado el golpe. El informe de la Relatora Especial del Consejo de Derechos Humanos, Agnès Callamard, afirma que la «oficina de comunicación» de al-Qahtani también habría sido informada de la visita prevista de Khashoggi al consulado el 2 de octubre. A pesar de las pruebas incriminatorias, el Gobierno saudí sostuvo no tener suficientes evidencias con las que acusar a al-Qahtani. El que en su día fue el asesor de confianza de Mohammed Bin Salman, nunca ha sido juzgado.

Se cree que al-Qahtani fue quien dirigió a los 15 hombres que participaron en la detención y el asesinato del columnista del Washington Post en el consulado saudí de Estambul, además de encubrir posteriormente el crimen. El escuadrón de la muerte, que incluía al jefe de la operación, un experto en autopsias, un doble de cuerpo y a otros hombres directamente relacionados con el equipo de seguridad del príncipe heredero Mohammed Bin Salman, era conocido como el «escuadrón tigre»; un grupo especializado que llevaba a cabo operaciones delicadas en nombre del príncipe heredero más allá de las fronteras del Reino. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos describe a al-Qahtani como un alto funcionario «que fue parte de la organización y ejecución de la operación que condujo al asesinato de Khashoggi». 

Ya antes de esta operación, al-Qahtani tenía una gran reputación dentro del reino. Gestionaba la imagen online de Arabia Saudí y era conocido entre sus críticos como «Mr. Hashtag» o «Señor de las Moscas», ambos apodos en referencia a su control sobre un grupo de Twitter que difundió los posicionamientos políticos informales del Estado. También dirigió los ataques hacia aquellos que criticaron o se atrevieron a cuestionar las políticas del príncipe heredero, incluido Khashoggi, y es sabido que estuvo implicado en otros varios sucesos que han manchado el nombre de Bin Salman, como las detenciones en el Ritz Carlton de 2017, la detención y tortura de la activista por los derechos de las mujeres Loujain Hathoul y el secuestro del primer ministro libanés Saad Hariri.

Antes de ser asesor real, al-Qahtani era un poeta que escribía odas en Twitter alabando a la monarquía bajo su seudónimo, al Dari, una palabra árabe que se traduce como «el depredador».

El acto de desaparición

Después de que saliese a la luz su participación en el asesinato, al-Qahtani desapareció de la vida pública. Fue destituido de su cargo de consejero real a principios de 2019 y no se supo nada más de él. Su cuenta de Twitter fue silenciada y, en septiembre de 2019, suspendida. El silencio radiofónico de una figura política siempre presente e influyente llevó a muchos a especular que su gobierno lo había matado para encubrir el crimen. Sin embargo, poco después, el 23 de diciembre de 2019, el fiscal adjunto y portavoz saudí, Shalaan al-Shalaan, dijo que se había investigado a al-Qahtani, pero que no se habían presentado cargos y que había sido puesto en libertad.

En 2022, un informe de The Guardian reveló que se le había visto, por primera vez en años, en la Corte real. «Parece muy nervioso, casi paranoico», dijo a The Guardian un funcionario que había visto a al-Qahtani, «sigue intentando pasar desapercibido». Estos avistamientos se produjeron al mismo tiempo que un enjambre de tuits y publicaciones en las redes sociales elogiaban al exdirigente. «La espada del Estado, es defensor, es hombre», dijo un usuario que tuiteó una foto suya. «Saud al-Qahtani es un honorable símbolo saudí», dice otra cuenta. «Sirvió a su país, a su rey y al príncipe heredero con lealtad y gracia». Los expertos creen que los tuits forman parte de una campaña organizada destinada a sentar las bases para el regreso del exasesor al Gobierno.

La decisión de las autoridades saudíes de no juzgar a al-Qahtani en 2019 se debió, probablemente, a su proximidad con el príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, quien «aprobó una operación en Estambul (Turquía) para capturar o matar al periodista saudí Jamal Khashoggi», según el informe de la CIA desclasificado por la administración del presidente Biden en 2021.

Inmunidad o justicia

Aunque la Casa Blanca acusó al heredero saudí de aprobar la operación, no llegó a sancionarle, prefiriendo salvaguardar una relación sana con el Reino, su «socio estratégico». Sin embargo, el Gobierno de Biden tiene una próxima oportunidad de exigir responsabilidades al príncipe heredero: el 3 de octubre de 2022, un día después del aniversario, se espera que el Departamento de Estado de EE.UU. informe a un tribunal sobre si cree que se debe conceder al príncipe heredero la inmunidad en la demanda civil presentada contra él en EEUU por la prometida del periodista fallecido, Hatice Cengiz.

«Tengo fe en el poder judicial estadounidense», dice Cengiz a RSF. «Este es un caso crucial, y Estados Unidos debe afirmar su soberanía en materia de derechos humanos. Los que mataron a Jamal Khashoggi no pueden seguir actuando con impunidad y poniendo en peligro a todos los que les rodean»

Anticipándose a la fecha límite, Arabia Saudí ha nombrado al príncipe heredero también primer ministro del país, una medida que probablemente le protegerá de la demanda federal. Si las esperanzas de Cengiz son recibidas con pesimismo, es sólo porque la realpolitik se ha convertido en el enfoque dominante. Después de haber expulsado al príncipe heredero por su papel en el asesinato de Khashoggi, los países occidentales le han puesto la alfombra roja en los últimos meses, recibiéndole en sus palacios, estrechando sus manos e incluso chocando sus puños, como hizo el presidente de Estados Unidos en junio de 2022.

«Han pasado cuatro años», dijo Cengiz a RSF, «pero para mí es como si hubiera ocurrido ayer. Jamal Khashoggi es todo de lo que hablo, todo lo que hago. No es sólo un asunto personal para mí, es un asunto político, una causa internacional de derechos humanos y libertad de prensa».

Un error judicial

Nadie fue suficientemente castigado por el asesinato de Khashoggi. Bajo presión, Arabia Saudí juzgó a ocho de los implicados, en un juicio secreto a puerta cerrada que no cumplió con las normas internacionales. Cinco de estos hombres fueron condenados a prisión y tres a la pena de muerte. Sin embargo, tras obtener una disculpa del hijo de Khashoggi en mayo de 2020, el Reino redujo la pena de muerte a 20 años de prisión. Sigue sin estar claro si alguna de estas sentencias se ha cumplido. El pasado mes de mayo, algunos testigos dijeron a The Guardian que habían visto a tres de los condenados en complejos de lujo en Riad.

Las esperanzas eran mayores para el juicio turco: una prueba en gran medida simbólica, pero políticamente importante en la que 26 hombres fueron juzgados en ausencia. RSF siguió el proceso judicial en Estambul a lo largo de dos años, hasta que el 31 de marzo el juez decidió cerrar el expediente y trasladarlo a Arabia Saudí, pocas semanas antes de una visita de reconciliación del presidente Recep Tayyip Erdogan a Riad. La justicia saudí desestimó el caso inmediatamente.

Esta flagrante impunidad por uno de los crímenes más horribles contra un periodista en la historia moderna no ha hecho más que reforzar a los que querían silenciarlo, y aumentar los riesgos para los periodistas de todo el mundo.

«Queremos justicia para Jamal y para otros», dice Cengiz a RSF. «Aunque las vías legales terminen, seguiremos repitiendo el nombre de Jamal y apoyando esta causa. Lo hago por Jamal, lo hago por los otros disidentes y por todos los que están en prisión por decir lo que piensan».

Arabia Saudí ocupa el puesto 166 de 180 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2022 de RSF.