La interconectividad, nuevo reto para el periodismo

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22.06.2014 13:46
  •  ¿Favorecen los masivos flujos digitales la libertad de información?

Vivimos tiempos de cambios. A todos los niveles. Muy rápidos. Requieren respuestas inmediatas a riesgo de perder pie en el estribo de la era digital que arrasa de la mano de las nuevas tecnologías. Su desarrollo exponencial  nos obliga a digerir las transformaciones que se producen en nuestro entorno a velocidades de vértigo. Y ocurre con unas características muy específicas en el mundo del periodismo, una de las profesiones más bellas del mundo, sometida hoy a unas “pruebas de estrés”, como se dice ahora, casi insoportables.

Primero fue el cambio que supuso adaptarse a los soportes digitales. A continuación, una tremenda  crisis económica que ha llevado al periodismo a un lamentable estado de  precariedad, origen de muchos males que llevan a una práctica de la profesión lejos de la excelencia profesional y del buen uso de la información deontológicamente hablando. Pero hoy nos enfrentamos a un reto mayor: el de pasar de la información unidireccional, es decir del emisor al receptor, a la información interactiva. Es decir un ámbito en el cual la información está a disposición de todo el mundo y en el que todos pueden comunicarse con todos.  Una revolución en el sentido más genuino de la palabra. Hay que redefinir una serie de conceptos que se han visto superados por una herramienta impensable en el siglo XX, la socialización de Internet.  Algo así, como “la ciudadanía, al poder”  a través de una información abierta, libre, cierto que no siempre aséptica, pero a la vez, lejos de la sumisión a censuras encubiertas, pero censuras, de la prensa tradicional. Una información emanada y transmitida por las redes sociales y/o a través del que se ha dado en llamar periodismo ciudadano.

Sobre estas premisas, acaba de tener lugar en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona el congreso Global Editors Network  en el que han participado destacadas personalidades de la profesión como su director, Ricardo Kirchbaum, con un interesantísimo análisis de la situación de los medios, inmersos en una transformación tecnológica histórica, o el redactor en jefe de la edición digital de “The New York Times”,  Aron Pilhofer, o Vint Cerf, actual vicepresidente de Google, considerado “el padre de la interconectividad a Internet”, entre otros. El título del foro “La cuarta dimensión” deja patente que la profesión se enfrenta hoy a un nuevo reto. Creo apropiado traer aquí una reflexión de cada uno de ellos sobre tan importante transformación.

Dice Kirchbaum: “Estamos creando un mundo en tiempo real que produce anticuerpos eficientes contra la censura y los autoritarismos”… Pero advierte: “…la sobreabundancia informativa puede ser a la vez nuestro adversario”. Su visión para los próximos años se resume en una amalgama de contenidos y tecnologías: “las tabletas serán más flexibles y tomarán ciertas cualidades específicas del papel y cuando todo esto ocurra el diario clásico  pasará a convertirse en un producto exquisito que consumirá  una clientela selecta”.
Por su parte, Pilhofer, afirma que tras constatar en los últimos meses, que en el “New York Times” el volumen informativo generado por dispositivos móviles superó al de los dispositivos de escritorio y el número de suscriptores a las ediciones digitales (800.000) ya está por encima de los lectores que reciben la edición en casa, es urgente analizar la forma de gestionar este nuevo escenario.  “Desde abril, el ‘New York Times’ ha lanzado una nueva aplicación de noticias diseñada específicamente para teléfonos móviles inteligentes”… “esta aplicación sabe qué es nuevo para el lector y qué es lo que ya ha visto o leído”.

Para terminar , Vint Cerf, en una entrevista a la revista “Capçalera”  al preguntarle si la comunicación interactiva es el nuevo concepto que marcará el futuro del periodismo afirma: “En Estados Unidos tenemos dos términos (‘lean-back’ y ‘lean-forward’) para definir dos formas de ver la TV. No hacer nada más que consumir pasivamente o interactuar con ella. Y muchos medios de comunicación se están dirigiendo hacia la segunda opción dejando de lado la simple observación”. Y sobre los claroscuros de una información rápida e interactiva, dice: “Es un error creer que hoy con la revolución digital cualquiera puede ser periodista. El buen periodismo necesita tiempo, esfuerzo, análisis e investigación”

En síntesis, y en espíritu, las conclusiones que podemos extraer son meridianamente claras.

¿Qué hacer desde la profesión periodística cuya esencia, en definitiva, es contar a la gente lo que le pasa a la gente, como la definió el gran periodista italiano, Eugenio Scalfari? Asistimos a una transformación tecnológica formidable. Histórica si se quiere pero insoslayable. Adaptarnos o no, supone la salvaguarda o pervivencia de las valores del periodismo comprometido con los códigos deontológicos de la profesión, que esos sí, son inmutables pese a cuantas innovaciones tecnológica lleguen de la mano del progreso.

Asistimos, a la extinción de un modelo pero no de la profesión en sí. Siempre necesitaremos estar informados sino queremos ser objeto de manipulación por parte de los poderes fácticos. La cuestión es: ¿un bombardeo de datos significa una mejor información?  Habrá que desbrozar el grano de la paja, contrastar, no tragarse cualquier anzuelo porque el periodismo interactivo no significa que no esté contaminado.

Cierto que el nuevo escenario informativo goza de absoluta libertad y seguramente significa el fin de las presiones de los editores, de amenazas de recortes en publicidad, incluso de ciertas subvenciones… pero la sobreabundancia de información no garantiza estar mejor informados a menos que sepamos gestionar la diversidad de mensajes en tiempo real. ¿Cómo se lleva a cabo semejante tarea?  ¿Nuevos formatos, nuevos lenguajes, nuevos sistemas de organización del trabajo? Este es el reto a que se enfrenta el periodismo del Siglo XXI.

María Dolores Masana Argüelles
Ex presidenta de Reporteros Sin Fronteras.
Vicepresidenta de la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE