La gran censura china sobre Tiananmen

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04.06.2014 11:33
Cuando se cumplen 25 años de la “primavera de Pekín”, materialmente aplastada por el “ejército del pueblo” disparando contra el pueblo,  la sangrienta represión  que tuvo lugar el 4 de junio de 1989 en Tiananmen, es desconocida por una parte importante de la población china. La famosa fotografía del manifestante en mangas de camisa, desafiando la fila de tanques que se dirigían a limpiar de “elementos subversivos”  la emblemática plaza pequinesa, ha desaparecido de las hemerotecas chinas. Dentro del país, pocos se acuerdan de ese momento. ¿Cómo es posible este olvido en la memoria colectiva de un pueblo? ¿No se oye la voz de escritores  y blogueros disidentes en el exilio? 
La respuesta es censura, represión y encarcelamientos. Esta semana, en vísperas del aniversario, Pekín ha bloqueado el acceso a Twitter y a Hotmail así como al servicio de Microsoft,  Windows Life. Estas prácticas forman parte de la vida diaria en China, cuando se acercan eventos internacionales como ya ocurrió en los Juegos Olímpicos de 2008. La ofensiva contra Internet es formidable. Miles de direcciones y páginas bloqueadas. En especial aquellas que permiten el intercambio de fotografías o videos. Las autoridades del régimen comunista chino contradicen su propia Constitución que en su artículo 35 dice que todo ciudadano tiene “libertad de expresión, de prensa y  de reunión”. Nada más lejos de la realidad.
Es un hecho. Hay una generación de jóvenes chinos, particularmente los universitarios, que desconoce el capítulo “Tiananmen” de la historia de su país.  Y el resto, guarda silencio. Tal ha sido y es la represión del régimen. En China, hasta los recuerdos personales pueden ser considerados “subversivos” y quienes los explicitan, “violadores de la ley”. El gobierno nunca ha hecho pública la lista de víctimas de lo que siempre ha calificado de “conspiración contrarrevolucionaria” en la que muchos manifestantes murieron, algunos desaparecieron y otros perdieron su libertad para siempre como uno de los líderes de aquellas protestas de 1989, el Premio Nobel de la Paz 2010, Liu Xiaobo, que sigue encarcelado para vergüenza de un régimen que presume de haber llevado un extraordinario crecimiento económico al milenario país. 
Pekín continua silenciando, a día de hoy,  a intelectuales, periodistas, incluso a familiares de las víctimas de aquella terrible represión, a los que no se permite ni tan siquiera ir al cementerio a llorar a sus deudos cuando no, han sido puestos en arresto domiciliario o invitados a unas vacaciones forzadas fuera de la capital desde hace semanas. Todo ello, a la espera de que pase este aniversario para así evitar contactos con los medios de comunicación. Incluso, ante la previsible afluencia de periodistas extranjeros que se preveía para este  4 de junio, las autoridades chinas han cerrado el grifo de los visados y a los profesionales allí acreditados les han prohibido taxativamente, acercarse a la Plaza de Tiananmen.
Pero las duras imágenes siguen ahí. También en la retina de los silenciados.  Los jóvenes represaliados de 1989 sólo pedían el fin de la corrupción en la clase política y una sociedad más justa. Aquel día, en que el primer ministro Li Peng, envió una columna de tanques artillados a Tiananmen y dio orden al Ejército de disparar contra los manifestantes para poner fin a dos meses de protestas estudiantiles, se escribió una de las páginas más negras de la historia de la China moderna. 
Aunque el gobierno de Pekín sigue ejerciendo una férrea censura,  la sombra de Tiananmen es alargada y 25 años después, también son muchos los ciudadanos chinos que conservan vivo el espíritu de lucha en favor del respeto por los derechos humanos y por la consecución de la democracia. La desafiante imagen del hombre plantado delante de los tanques, en medio de la plaza de Pekín,  se ha convertido en el icono de la lucha contra la dictadura y la represión de las libertades en China. Que nadie se llame a engaño. Pena de muerte, cárcel, tortura, censura. Esa es la cara oscura de un régimen totalitario, moralmente desacreditado, que no respeta los derechos humanos y que no duda en ejercer la represión aún a costa de negar sus principios.

María Dolores Masana Argüelles
Expresidenta y Vocal de RSF España